Yo también, como Imanol, tengo un cabreo monumental por el decepcionante final de partido que enfrentó a la Real contra el Betis. No hay excusa posible para justificar un resultado que debió terminar con un 4-0 para los blanquiazules y acabó en empate. Llevamos muchos partidos en los que la Real se bloquea entre los minutos 86 y 93. El desconcierto es idéntico tanto para remontar un resultado adverso como para amarrar uno favorable, y eso no es casual. Hablo de una fase en la que hay que mantener la concentración, presionar, meter el pie o morder si es preciso además de acelerar o frenar a conveniencia. ¿Y qué es lo que vemos? Un equipo sin alma, despistado y con canguelo, mucho canguelo. Como ya he dicho, Imanol se cabreó, claro, pero una gran parte de culpa recae sobre él y su equipo técnico por su dificultad para leer los partidos. No manejan los tiempos ni la estrategia a seguir sobre la marcha y los cambios no son los adecuados. Por último y por enésima vez, no se entiende la insistencia en Zubeldia como central marcador y que nos está costando muchos puntos.