El 2 de agosto de 2018 se produjo un importante incendio en el puerto de Pasaia. El incendio se declaró a mediodía en un cúmulo de chatarra procedentes de coches prensados que estaba siendo descargada del buque Christine. Este barco, atracado en el muelle Lezo-2, transportaba 2.000 toneladas de chatarra, en concreto de coches prensados en bloques, por lo que contenía materiales inflamables como los neumáticos y restos de combustible. Dos años después el asunto sigue judicializado y en el muelle del puerto todavía nos podemos encontrar los restos de los bloques de chatarra incendiados. Dos años después la conclusión de muchas personas que vivimos en el entorno del puerto es que aquello fue “una más”.Si yo formase parte de la Autoridad Portuaria del puerto de Pasaia (APP) me preocuparía, y mucho, esa conclusión. Que una infraestructura como este puerto dé la sensación de que existe y vive al margen de sus vecinas y vecinos más próximos, ciertamente, no es una buena carta de presentación y sí una “invitación” al conflicto y al desencuentro.Dos años después, esta sensación se repite a raíz del reordenamiento que la APP quiere llevar a cabo para el uso de los diferentes muelles. Lo primero que llama la atención es que a ayuntamientos del entorno de la bahía, como es el caso del de Errenteria, no se le de tan siquiera la opción de exponer su punto de vista sobre dicha reordenación. Por contra, esa opción se le ha dado a empresas privadas. Cuanto menos llama la atención. El municipio de Errenteria acoge cuatro muelles de mercancías marítimas asociados al puerto de Pasaia, situados entre el barrio de Capuchinos y la desembocadura de la ría del Oiartzun, con diferentes tipos de cargas y usos: chatarra metálica y vehículos fundamentalmente.La APP debiese considerar la importancia de su propuesta de ordenación de terminales no sólo para los agentes económicos portuarios, sino también para la ciudadanía de los cuatro municipios (Pasaia, Lezo, Errenteria y Donostia) que nos encontramos alrededor. La apuesta por la nueva ordenación de los muelles tiene una incidencia directa el futuro de los municipios y de quienes vivimos en ellos (especialmente en el caso de los tres primeros). Resulta legítimo que la modificación propuesta por la APP se realice valorando sus necesidades relacionadas con las operaciones de estiba y los nuevos tráficos. Pero igual de legítimo es pedirle que valore criterios de compatibilidad de las actividades portuarias. Que valore las situaciones de distintos tipos de contaminación, las afecciones en el territorio y el paisaje, o el tráfico generados por esta nueva ordenación, son criterios de ordenación que trascienden al recinto portuario, pero que todo indica han sido obviadas.Hablaba al inicio de este escrito de la sensación de quienes vivimos en el entorno de la bahía de Pasaia. De que en muchas ocasiones se vive la existencia del Puerto de Pasaia como un “problema”. De no ser una infraestructura para la gente sino al servicio de las empresas operadoras y donde “lo de la gente” tiene una consideración relativa. Pedir a la APP que hagamos un camino juntos para revertir este sentimiento. De que realmente sea un puerto al servicio de la gente. De los municipios de la bahía y por extensión al servicio de Gipuzkoa. Pedir a la APP que escuche y que contraste para entre todas y todos hacer real la vocación de servicio que una infraestructura como el puerto tiene.