Con las fronteras abiertas desde el próximo 1 de julio, preocupa la movilidad de la gente, el tránsito de las personas de un lugar para otro en busca de las vacaciones deseadas o de aquellos que por motivos laborales se vean obligados a viajar a otros países. La lista que estudia la Unión Europea (UE), para decidir quiénes serán aceptados, y otra para los que no lo serán, ya ha despertado controversia después de que se ha sabido que Estados Unidos, el país más afectado en todo el mundo por COVID-19 con más de 2,4 millones de casos, está en la última lista que están debatiendo en Bruselas. Preocupa que no vayan a necesitar pasar la cuarentena y deberían mantener las precauciones necesarias para no caer en el error de contraer el virus por desconocimiento de las zonas o lugares que visitan, con el consiguiente riesgo para la salud pública de los implicados, así como de todo el entorno que visitado. La responsabilidad de cada uno está por encima de las campañas publicitarias que nos puedan ofrecer distintas autoridades sanitarias o gobiernos que están sometidos a presiones económicas. El ejemplo de Lisboa en Portugal, así cómo otros brotes cercanos a nosotros, nos tiene que poner en guardia permanente, para que no nos relajemos en modo alguno y más ahora a partir de la apertura de las fronteras.