Ante la situación a la que nos hemos tenido que enfrentar, con las consecuencias que ha conllevado, cualquier precaución es poca. Tenemos que cuidarnos y cuidar a quienes nos rodean. Eso está claro. Pero hay cosas que no se comprenden ni se explican. Y una de ellas es el cierre de los urinarios públicos que, sobre todo, está afectando precisamente a las personas mayores que salen a pasear. Conozco directamente distintos casos en los que esas personas no han podido aguantar, con las consecuencias por todos imaginables.Y eso no. Creo que si se puede organizar la vuelta de otras actividades, no puede ser más difícil abrir los urinarios públicos, estableciendo unas medidas de higiene al acceso y salida, dejando pasar a pocas personas o como sea. Lo que no es admisible es que nuestros mayores, y también quienes no lo son tanto, tengan que andar apurados en sus paseos pidiendo favores a los establecimientos hosteleros que están abiertos, que no son tantos, porque en algunos de los puntos clave de la ciudad los urinarios públicos siguen cerrados.Un llamamiento a quien corresponda en el Ayuntamiento: ábranlos, que cosas más complicadas están haciendo. Nuestros aitonas y amonas se lo agradecerán.