Luego esté el tema de la gente. La gente de ahora no somos como la de antes, cuando había canal y medio de televisión y si salía uno diciendo muy serio que era de Aemet y que había una alerta roja rojísima igual se le hacía caso y no se hablaba a lo mejor de otra cosa. Ahora preguntas en la calle qué es Aemet y la mitad no sabe. Y que sepa la otra mitad mucho es. Así que que Aemet emita una alerta roja -que la emitió y muy bien emitida- nos entra por un oído y nos sale por el otro, porque vivimos en la era del ruido informativo. Y si en mi pueblo no llueve aunque llueva a 50 kilómetros yo voy a coger el coche y mi empresa me va a decir que a currar y si mi gobierno no me para los pies voy a seguir haciendo mi vida así caigan chuzos de punta. Si los gobiernos, todos, no se toman en serio a Aemet, si no paran ellos la actividad por miedo a pasarse de precavidos, por miedo a ser señalados y vete a saber si denunciados, pues los ciudadanos menos paramos aún, porque no tenemos la información. Sabemos que Bosé está de la cabeza, que Begoña Gómez esto y lo otro y que Vinicius es un niñato que no fue a la gala, pero ni puta idea de que hay alerta roja. ¿Para qué? Estamos en el siglo XXI, todo es seguro, confortable, ergonómico y hay recursos para todo. Luego viene la naturaleza a lo basto y te mete tal hostia en toda la cara que te vas a acordar toda tu vida, si tienes la suerte de contarla. El resumen es que por no querer oír o no por no saber -por supuesto las empresas tienen gran responsabilidad, pero  son los gobiernos los que deben parar su actividad, ellas en contados casos lo harán- o se nos dirige como a borregos en casos así o pasará esto las veces que el destino disponga. Necesitamos gobiernos con coraje que se arriesguen a equivocarse y que cuenten con sistemas de avisos y de paralización para que nos protejan de nuestra desinformación, pasotismo y exceso de capitalismo.