Hay buenas noticias. Podría obviarlas y seguir alimentando esta podredumbre informativa en la que se ha convertido la vida en los últimos años y lanzarles una columna destructiva acerca de lo mucho que llueve y el frío que hace y lo que ha subido el aceite y el precio al que va a estar el turrón para Navidad, pero me veo en la obligación de decirles la verdad: desde mañana mismo alarga la tarde. No será mucho, un segundo mañana, cuatro segundos el martes, 12 el miércoles, apenas 8 minutos para fin de año, pero hemos dejado de rodar cuesta abajo hacia el agujero. Estamos en el agujero, hoy, ya no caemos más. Sí, es cierto, todavía por las mañanas notaremos que amanece cada día más tarde, pero por las mañanas estamos todos medio dormidos y la verdad es que el hecho de que notemos la luz -de haberla, que esa es otra- a las 8 y 25 o a las 8 y media pasadas pues tampoco es mucha la diferencia. Pero, oh, amigos y amigas, esa sensación de que a la tarde aunque sea muy levemente igual notas un poco después cómo te pega el último rayo de sol en la cresta es impagable. Pues ya estamos ahí. No es poca cosa, porque llevamos bajando desde finales de junio. Y ahí queda junio, a tomar por saco. En la bajada, incluyendo la hora que vilmente nos quitaron a finales de octubre, hemos perdido nada menos que 4 horas y 15 minutos de luz por las tardes, que ya es perder. Esto debería estar prohibido por la ley, el mundo así girando y dando por culo está muy mal montado. Podría perfectamente seguir cumpliendo sus funciones pero sin anochecer a las 5 y media. ¿No creen ustedes? Cosas más difíciles hace, como eso de que giremos y no nos caigamos y mil cosas más. Además, veo que para mañana anuncian que igual no llueve. Vamos, que igual vemos el sol. Esto se lo digo con toda la contención requerida, claro. Aquí jamás te puedes fiar de predicciones así. Dios nos asista. Pero ya. l