Si se quiere hablar de paz y justicia en esta sociedad convulsiva y contradictoria, no se puede omitir la referencia a las víctimas de tantas injusticias en los mil aspectos de la vida cotidiana desde el trabajo hasta la vida social y política. También en nuestro caso es necesario hacerlo, por ello son imprescindibles los trabajos que se vienen haciendo sobre la memoria.
En uno de nuestros últimos artículos abordábamos, junto a otros problemas, la necesidad de superar y regenerar una convivencia dañada. En el centro de la misma hemos de colocar el recuerdo y el dolor para con las víctimas que hemos padecido todavía no hace mucho tiempo. Una reconciliación sincera debe tenerlas presente. Su realidad no caduca ni debe ser manipulada por injerencias partidistas.
1. Hablar o escribir sobre las víctimas sigue siendo todavía hoy, un tanto reactivo, pero una convivencia reconciliada que se olvide de las víctimas, será siempre una convivencia mutilada, falsa, más allá de la propaganda, ruedas de prensa y manipulaciones interesadas. Todavía están muy presentes en nuestras vidas, los atentados mortales, las amenazas continuadas, la socialización del sufrimiento, el impuesto revolucionario, el injusto silencio de las torturas, etc., etc.
2. Ante esta realidad, lo primero que debemos hacer es ponernos de acuerdo con el significado de lo que son las víctimas, pues la tipología de las mismas es distinta. Algunas han quedado seriamente afectadas, mientras otras han podido reaccionar. Algunas han sido olvidadas, otras ensalzadas. Diferenciar no significa excluir. Lo que se debe evitar es tener un criterio selectivo.
3. Es necesario poner en el centro del problema, la injusticia del hecho, y el sufrimiento y el dolor provocado. Son muchas las víctimas y todas ellas deben ser defendidas aunque sea de una manera diferenciada con un recuerdo y proporcionado sentido de la justicia y la solidaridad. Esto no equivale a defender la equiparación de todas ellas y de sus injustos agresores. Mucho menos pretende la impunidad personal o colectiva. Se trata de incluir a todas las víctimas y las responsabilidades de los agentes que los originaron.
4. Es necesario reiterar de nuevo la necesidad de la verdad, la justicia y la reparación, además de la no repetición de unos hechos que nunca se debieron de haber dado. Aunque sea duro, muy duro el decirlo, también la propia víctima está llamada a realizar una costosa re-elaboración de su vida personal y familiar, de su presente y futuro, llenando de contenido y esperanza su vida. Sabemos que este proceso es duro y difícil y necesita ayuda. En estas situaciones no es fácil superar el odio y los sentimientos de venganza. También hemos de sentir más allá del dolor, la cercanía y la solidaridad con los que sufren. Muchas otras facetas escapan de estas consideraciones, todas ellas son necesarias para regenerar la convivencia diaria de nuestras familias, pueblos y relaciones sociales. Solo así podemos construir un pueblo.
5. En el camino de la reconciliación y convivencia, tampoco se puede omitir la referencia a la realidad y al dolor de los presos, o a lo que denominamos la política penitenciaria por muy controvertida que nos resulte en algunos aspectos. Lo abordaremos en otro artículo, lo mismo que el tratamiento que se ha dado a toda esta problemática en los medios de comunicación social. En el camino de la convivencia y la reconciliación es imprescindible hacer referencia a los mismos.