La idea/propuesta de una especie de hacienda vasca única o unificada lanzada hace diez días por el portavoz parlamentario de EH Bildu, Pello Otxandiano, ha causado cierto –y lógico– revuelo, pero no es nueva. Ya la planteó al inicio de la legislatura, aunque su impacto pasó más desapercibido. Es decir, que su plan no es algo improvisado fruto de una respuesta obligada a una pregunta imprevista. “No tiene mucho sentido en la era de la inteligencia artificial que este país tenga tres haciendas”, afirmó. Dejando de lado lo de la IA –que algún día nos explicará qué tiene que ver con la fiscalidad–, conviene reparar en lo de “este país”. ¿Cuál es “el país” al que se refiere Otxandiano? Es difícil pensar que estuviera hablando del país CAV, así que, como reza el nombre de su partido, será Euskal Herria. Pero “este país” no tiene tres haciendas propias, sino cuatro (Nafarroa), ya que Iparralde carece de ella. Muchos interpretaron, con razón, que era una propuesta de despojar a tres de las haciendas forales –se ignora qué sería de la navarra– que ostentan la competencia fiscal de esa atribución, consagrada en la Constitución y el Estatuto en virtud del respeto a los derechos históricos. Sí, “esa antigualla”. O puede ser un intento de resucitar “en la era de la inteligencia artificial” un debate –tan recordado como temido en el seno del PNV– similar al de la Ley de Territorios Históricos. La soberanía fiscal foral ha pasado todos los filtros, incluso del Tribunal de Justicia de la UE, tras la denuncia de la Comunidad de La Rioja. La fiscalidad en la CAV no la deciden las diputaciones, sino su órgano legislativo surgido de la voluntad popular, las Juntas Generales. Lo que plantea Otxandiano –matizado luego, de aquella manera: la armonización ya existe, luego sería imposición– lo ha intentado también de forma reiterada el PSE, a quien EH Bildu parece tentar, y sería igual que la “financiación singular” que se ha pactado para Catalunya. ¿Se pretende eso para “este país”?
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