La artista austríaca Eva Lootz (Viena, 1940), nacionalizada española y con un largo recorrido entre nosotros, presenta en el Kubo Kutxa Donostia un conjunto de obras de carácter procesual y ecológico en las que reflexiona de modo interdisciplinar escultura, dibujo, grabado, fotografía y vídeo sobre la intervención del ser humano y la naturaleza. Reflexiones que alcanzan a la memoria, el tiempo y a los problemas esenciales del ser humano. Trabaja habitualmente con materiales como el mercurio, el carbón, la arena o la madera, utilizando a menudo materiales efímeros como el algodón, tierra, guata, semillas, líquidos, materiales sintéticos, cera, materiales que muestran la devaluación de la materia, semejante a la devaluación de los valores en torno a la mujer.

Artista conceptual, en definitiva, que da más importancia al proceso que al resultado último de la obra, y que trata de hacer reflexionar al espectador sobre aspectos que le competen al arte y a la sociedad de la misma manera. Sus propuestas se basan en lecturas y textos de carácter sicológico, filosófico y literario, y que a modo de apuntes escribe al borde de algunos dibujos mostrados: Lacan, Bustamante, Michaux, Deleuze.

La muestra se abre con un vídeo, Entremanos (2011) y Nudos (2007), diversos dibujos sobre papel a manera de cuaderno de apuntes que, partiendo de juegos populares femeninos, trata de plantear las relaciones interseccionadas y complejas que siempre se han dado en las relaciones humanas. En la misma estancia aparece una escultura realizada en vidrio traslúcido que consta de dos palabras, Mostrar/Nombrar (2011), sobre la idea de que mostrar no es nombrar.

En la sala principal de la muestra presenta dos instalaciones Tú y yo I y 2 (1997 y 2000), que hacen referencia a la devaluación del diálogo de la pareja en torno a la mesa y a la cama. Mesa, sillas, platos con arena deslizante, y esterillas y zapatillas de materiales efímeros componen los repertorios materiales, que dejan un campo abierto a interpretaciones polisémicas. Obras conceptuales y minimalistas dejan al lector habitual de obras de arte perplejo y desconcertado. Objetos sin presencia humana que delatan la ausencia de relaciones humanas que se desgastan en el devenir del tiempo y de la historia. Objetos que hacen referencia a relaciones humanas privadas e intensas.

No es más que un pequeño agujero en mi pecho (2004) es una videoinstalación en la que de manera sugerente y misteriosa se muestra el caer incesante de la arena sobre un agujero, presencia/ausencia y la incapacidad de retener y de cerrar heridas.

Por último, una instalación, La habitación de Manila (1993), de objetos, retazos o recuerdos de los mismos, compuestos de materiales efímeros, papel de Manila de envolver, cuerdas y palos hacen referencia a un tiempo pasado, utilizado y degradado. Materiales naturales delicados y vulnerables que reflejan en su opinión el mundo actual.