El próximo 21 de abril se llevarán a cabo unas elecciones para elegir a los miembros del Parlamento Vasco. ¿Se puede decir algo que no se haya dicho en este interminable y atosigante periodo electoral en el que no es fácil ponderar con sosiego lo que se nos ofrece? Los ciudadanos tenemos derecho a reclamar a quienes se ofrecen a liderar la vida política los próximos cuatro años respuestas a los problemas reales de nuestro pueblo, más allá de reproches y acusaciones. Unas elecciones libres y responsables son elementos fundamentales de todo sistema democrático.

Modelo de país

El denso ambiente de crispación tanto a nivel del Estado como autonómico entre los partidos y líderes políticos, alentado por algunos medios de comunicación social, se traslada también a la calle, llena de pancartas, denuncias, múltiples huelgas y eslóganes populistas que buscan más el desacuerdo que el trabajo en común. Esto lleva a la gente al desánimo y a la abstención, dos contravalores sociales que impiden un progreso continuado. El modelo de País que se proclama tiene que dar soluciones a muchos desafíos directos, a los que hay que responder con garantía, principalmente a la baja natalidad, al envejecimiento de la población, a la calidad del medio ambiente, a la consolidación del autogobierno y al interminable aumento de la inflación. Por eso queremos propuestas y soluciones concretas a los citados desafíos.

1. Verdad de los hechos

Queremos unas elecciones sustentadas en la verdad de los hechos, no en mentiras y medias verdades, ni en una retórica de grandes palabras como marketing político que solo buscan la descalificación del contrario o la mera propaganda partidista.

Queremos proyectos que puedan llevarse a cabo, realizables con presupuestos justos y plazos determinados valorando lo que se ha hecho bien y censurando lo que no es justo ni recto. Un continuo pulso político no siempre construye el bien común sino multiplica las diferencias y el odio.

2. Avanzar en la Justicia

Unas elecciones para avanzar en la justicia. Es normal que los distintos partidos busquen diferenciar sus ofertas, pero estas deben sustentarse siempre en la verdad y en la justicia. Estos valores deben reflejarse en unas relaciones laborales justas y una reforma fiscal equilibrada, superando las diferencias de género, una sanidad renovada y una educación que ofrezca igualdad de oportunidades para todos. La justicia distributiva es una exigencia y un compromiso ineludible en toda sociedad que se dice democrática e igualitaria. No solo es necesario producir mayor riqueza sino distribuirla con equidad y justicia entre todos aquellos que la han hecho posible.

3. Unas elecciones para la convivencia.

La convivencia no es solo una palabra bonita, es mucho más que vivir juntos uno al lado de otro. Cuando al adversario político se le convierte en enemigo, se corrompe el fin de la vida política y la exigencia de la ética. En el compromiso de una convivencia saneada y consistente, aunque hayamos dado pasos positivos, tenemos todavía un largo camino que recorrer. Venimos de un cercano pasado lleno de sangre, sudor y lágrimas. Muchas familias sufren todavía la injusta muerte y tortura de sus seres queridos, impidiendo unas relaciones humanas de amistad y colaboración. Más allá de la propaganda interesada debemos afrontar este problema. Un voto reparador, consciente y libre construye la convivencia y nos hace corresponsables de nuestra vida social.

Está muy bien organizar manifestaciones unitarias y encuentros simbólicos para parecer que caminamos juntos, pero llenar de descalificaciones e insultos al que no piensa como uno mismo o combatir todo presupuesto de grupos e instituciones que no están de acuerdo con las propias líneas de pensamiento impide caminar juntos y construir una convivencia duradera. Lo hemos dicho otras veces y lo volveremos a decir: sobran grandes proyectos irrealizables, queremos una política cercana, unas elecciones libres, conscientes y con proyectos que respondan a las necesidades de los ciudadanos vascos. Seguro que ello vencerá a la abstención y a la ausencia del compromiso social y político de nuestro pueblo.

Etiker son Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García y José María Muñoa