El mundo de la tele está transitado por una variopinta tribu que encara como puede los designios marcados por programadores y responsables de cadenas, empeñados en buscar el éxito debajo de las piedras. Esta cabalgata de hombres y mujeres que encuentran en ocasiones acomodos más o menos felices o se estrellan en una parrilla insatisfecha y ruinosa, es como un ejército de almas en pena, dispuestas a la pelea y la lucha existencial. La magia de la tele nos empuja a hurgar en nuestros sueños imposibles de televidentes sometidos al empuje de los programas más allá de la realidad. Cada maestrillo tiene su librillo y cada profesional se pelea en ocupar una plaza singular y cuajada de esfuerzos, señas de identidad y marcas del quehacer de cada profesional que alienta misterios y fuerzas creativas e innovadoras. En esta jungla de nombres propios, de estilos diferenciados y singulares, destaca un profesional con éxitos notables en variopintos campos de la información con tratamiento de entretenido televisual. Se llama Iker Jiménez y tiene campo propio y mando en plaza dentro de la compañía Mediaset. Es un personaje variopinto, capaz de compaginar un programa sobre ufología y un análisis de las distintas versiones de los sucesos del 11 M con soltura, desparpajo y dominio de las cámaras. Cuarto milenio y Horizonte son productos más cercanos al pasatiempo que al análisis universitario. Los platillos volantes, la ufología, la construcción de la bomba atómica por parte de USA, los problemas de la migración son otros temas que de forma aleatoria presenta Iker a su audiencia. Temas de informativos, misterio y jugadas del destino forman parte de los contenidos de este divulgador lleno de buena esperanza al borde del abismo.