Hace casi 132 años, la reivindicación por la igualdad de género llevó a crear el que es considerado el primer equipo de fútbol integrado exclusivamente por mujeres, el British Ladies FC. Un año después, el equipo disputaba su primer partido en Londres, inspirando a un sinfín de mujeres y terminando por ser el deporte de equipo más practicado por las mujeres en todo el mundo. No obstante, el desarrollo parejo respecto al fútbol masculino nunca se cumplió. Es más, para quienes empezaban a regir este deporte, las mujeres y el balón nunca formarían una alianza natural. El deporte femenino solo se entendía si suponía un ejercicio físico ligero, y el fútbol no se encontraba dentro de aquel parámetro. Resulta increíble que, a finales del año 1921, y a pesar del aumento de jugadoras y espectadores, la Football Association inglesa prohibiera que los equipos femeninos jugaran en sus campos e impidiera el apoyo de los equipos masculinos asociados; prohibición que duraría hasta el año 1971. Y es que, el fútbol femenino ha recorrido un largo camino de reconocimiento, superando diversos desafíos, como fue el tema del atuendo. Actualmente, sería de locos exigir a las jugadoras que usaran pantalones cortos “mas ceñidos” con el propósito de atraer a más hombres como espectadores, una exigencia sumamente sexista y machista. Afortunadamente, el número de jugadoras de fútbol ha seguido creciendo, y su alcance global ha sido exponencial. Esto ha generado un aumento en la cobertura mediática, y, una mayor visibilidad, impulsada por un mayor interés. A pesar de estos avances, aún queda mucho camino por delante para conseguir la paridad entre géneros, así que, es importante seguir invirtiendo en el desarrollo del fútbol femenino para reforzar su integración e incentivar el protagonismo que se merece, y especialmente, el de nuestros equipos femeninos.