Hace unas décadas los estudiosos de la sociología habían desarrollado una compleja teoría sobre la civilización del ocio, como desarrollo social que abocaría en la sociedad del bienestar que se convirtió en sinónimo de buen vivir y desarrollo socioeconómico. La sociedad exigía de los poderes públicos ofertas numerosas y variadas de espectáculos y acciones para ocupar el tiempo libre. En la tele de nuestros días, el entretenimiento y la diversión es producto de primer orden que se oferta en las parrillas televisivas. La fórmula de tele que triunfa en nuestros días es la que sabe conjugar la competición y las muestras de talento de espectáculos que, como Got Talent, saben acercar al público números de canto, baile y habilidades gimnásticas que hacen del plató televisivo un circo digital. Por séptima temporada, este formato vuelve a rozar el éxito de audiencia y aceptación popular, ampliando al ámbito internacional el abanico de aspirantes . Desde la humildad del mago novato, hasta la espectacularidad del grupo de baile numeroso y colorista, los aspirantes a la futura fama se muestran voluntaristas y entregados a la labor de crear números entretenidos y diversión, volcándose en la tarea de matar el tiempo y mostrando al mundo habilidades, talentos y capacidades de éxito al pisar un escenario. Porque mamá, yo quiero ser artista, el sueño dorado de magos, equilibristas, cantantes, transformistas, malabaristas, soñadores de un mundo mejor, entretenedores de un tiempo casi perdido en el paso de los días, al calor de una máquina que es la actual televisión cuya misión consiste en hacernos pasar el rato bajo un chorro de brillantes luces, efectistas sonidos, ritmos trepidantes y talentosos artistas del futuro.