xclamó la concejala socialista de Gasteiz Maider Etxebarria el pasado sábado, que no soporta más la turra del PNV con el euskera. Parece que su nuevo jefe eibarrés está creando escuela, con fervientes imitadores que se lanzan los fines de semana a despotricar contra quienes son sus socios de gobierno en los cuatro territorios de la Euskadi peninsular. Le contestó Andoni Ortuzar con cierta displicencia, lo cual obligó a la que también asoma como alcaldable a tratar de aclarar que ella se refería a las polémicas (el adjetivo es suyo) declaraciones de Joseba Egibar.

Sucede que la explicación, lejos de servirle de ayuda, ha terminado por meterla en un charco mayor, fundamentalmente porque la controversia se ha generado a partir de una vergonzosa manipulación de las palabras del jelkide guipuzcoano, aireada gustosamente por los de siempre. A partir de ahí la cuestión deviene en preocupante, porque una de dos: ha utilizado la citada manipulación a sabiendas, tratando de pescar en río revuelto; o no tenía conocimiento de ella. En ambas circunstancias sale malparada la sedicente víctima de la turra, ya que queda retratada, bien por su mala fe, bien por su ignorancia atrevida.

En el fondo queda alguna incertidumbre, que solo se despejará cuando sepamos si todo se reduce a una mera ocurrencia desafortunada o, al contrario, responde a una decisión política del partido para intentar exprimir la cuestión del euskera de cara a las próximas elecciones. Si se tratara de esta segunda cuestión, deberían darse cuenta los socialistas de que tienen en ese terreno competidores que lo hacen mucho mejor que ellos. También de lo escaldados que salieron de experiencias pasadas, recordemos por ejemplo aquel inexplicable vídeo de 2016. Resulta tan necesario como enriquecedor que se aporten propuestas, opiniones y críticas sobre el euskera y la política lingüística. Pero calcar en esta cuestión el estilo del facherío nada tiene que ver con ello.