adie podía prever hace solo unos meses que el Día de Europa que se celebra hoy, 9 de mayo, en recuerdo de la histórica Declaración Schuman, considerada embrión de la idea de la Unión, pudiese tener lugar con una sangrienta guerra en el continente. Un conflicto originado por la ilegal invasión rusa de Ucrania y que en sí mismo representa el antagonismo a la idea de paz, prosperidad, cooperación y solidaridad que alumbró la Unión Europea. Al igual que lo ha sido la pandemia, la guerra está resultando una durísima prueba para testar el estado real de los fundamentos, valores e instituciones sobre los que históricamente se asienta la UE. En ambos terrenos, el resultado es, de momento, ambivalente. Por una parte, por primera vez en décadas, la Unión ha sabido responder al unísono, con vacíos y muchos matices, al colosal desafío pandémico -vacunas, ayudas de urgencia, fondos Next Generation-, así como tanto al rechazo y condena a la agresión rusa como a la necesidad de implementar sanciones contra el régimen de Vladímir Putin -aunque no ha habido consenso respecto al alcance de estas medidas ni al más espinoso asunto del envío de armas- y, sobre todo, a la solidaridad con los refugiados ucranianos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se mostró ayer optimista respecto a que la UE puede superar el "desafío" que supone la guerra mediante la unión, decisión y solidaridad. Por contra, los estados miembros fueron ayer incapaces de lograr un acuerdo para prohibir las importaciones de petróleo ruso, debido a la excesiva dependencia de algunos países como Hungría, Eslovaquia o República Checa del crudo de Moscú, pese a que se ha ampliado el plazo para implementar este veto hasta fin de año. Un ejemplo de que queda mucho por hacer, también respecto al imprescindible cambio en el sistema energético de la futura Europa sostenible. Asimismo, hoy concluye la Conferencia sobre el Futuro de Europa, sin consenso entre las instituciones sobre un cambio en los tratados. Un debate en el que varios intelectuales, entre ellos el vasco Daniel Innerarity, han propuesto el avance hacia los Estados Unidos de Europa. De momento, la urgencia de la guerra está eclipsando un debate que el propio conflicto en Ucrania está revelando como aún más urgente porque de él depende el futuro en paz de Europa y sus ciudadanos. l