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Axotez beztuz

The end

an transcurrido tres años desde que trajimos aquí a ese personaje que describimos como un hombre compulsivamente reñido con la verdad, vendedor de camisetas y humo, comerciante en extrañas tiendas de remotos aeropuertos, ciudadano de domicilio conocido pero enigmático padrón, de opulenta vida pero sospechosas insolvencias, embaucador de corto recorrido, patético autoadulador desde falsas identidades y empresario de rimbombantes empresas pero surrealista "mandataria verbal". Lo citamos porque había perdido una nueva batalla enmarcada en la guerra judicial que emprendió para enmascarar su estrambótica singladura al frente del club que tanto queremos.

Advertíamos que quedaba un último capítulo, el de Pedro Mari, que era en realidad el último globo de un globero al que se le habían pinchado todos los demás. El resto de un naufragio que terminaría por consumarse una vez que Pedro Mari se explicara allá donde fue llevado por el caballero vengativo. Ayer llegó la sentencia absolutoria y, a pesar de que el personaje puede prolongar su agonía por medio de una apelación de incierto recorrido, podemos afirmar que estamos ya a las puertas del final de esta triste historia. The end.

El final de su triste historia con el club que dirigió, porque a él personalmente le quedan más episodios judiciales que vivir. Y es que, utilizando similares maneras de actuar, cogido el gusto a los berenjenales, tuvo a bien meterse en más líos y fregados, hasta que algunos dijeron que ya bastaba. Seguiremos la película desde los medios y tal vez hasta nos divirtamos. Pero nunca podremos olvidar que este tocayo enrabietado quiso llevarnos a la cárcel. También a un Pedro Mari que, no lo olvidemos, fue uno de los que puso los cimientos para que la Real Sociedad devolviera a las arcas de la Diputación el dinero que debía. Ese dinero que, según muchos seguidores de aquel mesías, nunca se iba a devolver.