¿Todavía le vienen historias a la cabeza para que usted las escriba?

-Me llegan más historias al corazón que a la cabeza, la verdad. No creo que sea un buen sitio ya que ahí habitan el cansancio y la desilusión. Pero, a veces, una idea da el salto a la cabeza y prende la chispa...

Dos de sus últimas publicaciones ('Txikiaren handitasuna literaturan' y 'Puertas y ventanas abiertas') son recopilaciones de artículos sobre su oficio. ¿Cuáles son los temas recurrentes?

-He compaginado siempre mi trayectoria de escritora con la docencia en diferentes etapas educativas. Los últimos 25 años fui profesora en el Departamento de Didáctica de la Literatura en la UPV/EHU. Y muchos de esos artículos que he recogido en los dos libros que menciona tienen por tema el placer de la literatura, de la lectura, de la escritura. De estrategias para ser cada vez mejores lectores, de trabajar la escritura creativa en el aula, o de la importancia de la Literatura Infantil y Juvenil.

Son textos escritos a lo largo de los años. ¿Mantiene todas las opiniones?

-En lo que respecta a criterios personales o posturas vitales como el feminismo, sí. En otros temas más académicos he tenido que actualizar algunos datos.

¿Escribe igual que cuando empezó, hace cuarenta años?

-Mi primer libro de cuentos es de 1982, así que aún soy joven. No, no se parecen en nada. Añoro aquella frescura, aquella inconsciencia, aquel atrevimiento. Ahora mi obsesión es renovar mi imaginario, corregir y revisar todo; a la inocencia inicial le ha seguido más oficio.

¿Y qué ha cambiado en las lectoras y los lectores desde entonces hasta hoy?

-Los cambios son innumerables, no descubro nada. Pero en lo estrictamente literario, las emociones humanas siguen siendo las que eran, los sentimientos de la infancia, el descubrimiento del mundo, la emergencia del propio Yo... son temas que siguen siendo eternos y la literatura bebe de esas fuentes.

¿Es cierto que los niños y los jóvenes ya prácticamente no leen libros?

-Yo no creo que los niños y niñas de ahora lean tan poco, como creo que es un cuento eso de que nosotros leíamos tanto... Siguen leyendo, de forma distinta quizás. Hasta la adolescencia leen bastante, luego viene el declive.

¿Disfruta igual de una novela como 'La Fiesta en la habitación de al lado' que de los microrrelatos de 'Diccionario de hormigas'?

-No se disfruta igual y está bien que sea así, si no sería un aburrimiento para el escritor o escritora. En una novela autobiográfica subyace una gran emoción personal y una mascletá de la memoria. En unos microrrelatos, el placer de contar algo breve y con humor. Todo un desafío.

¿Qué determina que una idea se plasme en unas líneas o merezca muchas páginas?

-Supongo que el deseo inicial a la hora de contar algo. A veces tienes ganas de acariciar, otras de dar un puñetazo sobre la mesa.

Tiene hasta unos premios que llevan su nombre. ¿Se siente reconocida como autora?

-Ahora van a poner mi nombre a una escuela de Rentería: agradecimiento infinito. Pero el reconocimiento al que usted alude es más complicado. Lo dejamos para otro día.