stamos en una crisis económica casi permanente que, desde la registrada en el año 2008 y que derivó en el rescate del sistema bancario y las dificultades de financiación por parte de las empresas, está llegando a nuestros días sin solución de continuidad. Después de varios años de recuperación y cuando la economía había cogido velocidad de crucero con tasas de crecimiento importantes llegó en el año 2020 el covid-19 que paralizó por completo la producción industrial y sirvió para aflorar los efectos negativos ocasionados por la globalización al localizar en China la fabricación de productos esenciales, poniendo con ello de relieve la vulnerabilidad y la dependencia de los países europeos.

Tras dos años de pandemia y cuando se esperaba que este año se iba a consolidar la recuperación económica registrada en el año 2021, la invasión rusa de Ucrania ha supuesto un nuevo mazazo a las economías occidentales al dispararse a niveles nunca conocidos los precios energéticos, que ya venían registrando una tendencia creciente al alza, a lo que hay que sumar las dificultades de suministro y encarecimiento de materias primas, que en algunos sectores ha llegado al desabastecimiento.

Y por si todo esto fuera poco, hay que añadir la huelga de camioneros iniciada esta semana y que ya ha tenido su primer efecto negativo en Gipuzkoa con el cierre de Papresa, la papelera de Errenteria, principal fabricante de papel prensa del sur de Europa y el mayor productor independiente de cartón para embalaje, como consecuencia de la falta de materia prima a causa del conflicto. Una situación que se agrava aún más con los costes energéticos que está soportando la industria, sobre todo, la electrointensiva, como es el caso de las papeleras. La gota que ha colmado el vaso.

Al cierre de Papresa, habrá que sumar en los próximos días otras empresas más de todos los sectores que ya están planteando a sus trabajadores la paralización de la actividad por falta de suministro. Si a ello sumamos el encarecimiento desmedido de la energía estamos en la mejor de las situaciones para que, en pocas semanas, se pueda producir un colapso, sino se resuelve antes el conflicto. Qué empresa puede soportar unos costes de electricidad que se han multiplicado por 6 en las últimas semanas sin que ello repercuta en la cuenta de explotación y en los resultados que se van a reducir drásticamente este año, sino se pone coto a este aumento del precio de la electricidad.

Y todo ello en una situación en la que las empresas encaraban este 2022 con interesantes perspectivas y con unas buenas carteras de pedidos que, a tenor de lo que está pasando, no se van a cumplir con lo que habrá compañías que, en el mejor de los casos, pueden llegar a hacer solo "parra" con lo que podrían darse por satisfechas y valorar positivamente el resultado.

Por eso sorprende, que ante una situación de tal gravedad que está poniendo en riesgo no solo la viabilidad de empresas de todo tipo y tamaño, sino de la economía en su conjunto, el Gobierno español se encuentre en una inacción incomprensible que tiene que ver mucho con la política y poco con la grave situación en la que encuentran las compañías como consecuencia de los altos costes energéticos y los importantes efectos negativos de la huelga de los trasportistas.

Sánchez está esperando a la Cumbre Europea de los próximos 24 y 25, para comprobar si le aceptan sus planes de desligar el gas del precio de la electricidad y limitar el precio de la luz a 180 euros el MW/h y, en caso contrario, aprobar sus propias medidas en el consejo de ministros del día 29. Una buena excusa como plataforma de lanzamiento como presunto líder europeo que no ha concitado grandes apoyos, a juzgar por las escasas adhesiones que ha tenido, radicadas sobre todo en el flanco sur de Europa. Y mientras tanto.... Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Portugal están poniendo en marcha ayudas para mitigar los costes de la electricidad y el combustible. En el Estado español, su gobierno está viéndolas venir esperando a Bruselas, en medio de una huelga de transportes que no tiene réplica en ningún país europeo. ¡Spain is different!

Y en este preocupante contexto de incertidumbre y zozobra económica, la corporación industrial guipuzcoana Inzu Group, que engloba a trece empresas, entre las que destacan el fabricante de máquina-herramienta, Etxetar; Gaindu, que produce sistemas de producción de componentes de automoción y Macarbox, dedicada a la fabricación de maquinaría para la manipulación de cartón ondulado, ha decidido poner a la venta la compañía Ezarri, dedicada a la fabricación de mosaicos de vidrio y que es la joya de la corona del grupo por sus altos niveles de rentabilidad.

Según una información del diario económico Expansión, la corporación industrial guipuzcoana, en la que participa como socio un accionista de una entidad financiera vasca, quiso "explorar la venta del conglomerado en su conjunto", pero el sondeo entre los futuros inversores tuvo como resultado que los potenciales compradores, fundamentalmente, fondos de capital riesgo, mostraron su interés por la adquisición desgajada de las sociedades del grupo, entre las que destacó Ezarri, especializada en mosaicos de vidrio para piscinas e interiores como cocinas, baños o spa.

Inzu Group habría contratado a la consultora Alantra para estudiar las ofertas de compra por Ezarri, con todo lo que ello puede suponer de un nuevo traslado al exterior de la capacidad de decisión de una empresa guipuzcoana, que es uno de los líderes mundiales de su sector, ya que el 70% de su negocio se genera en el mercado internacional, gracias a su presencia en más de 100 países de todo el mundo. La facturación de esta empresa, radicada en Lazkao, alcanza los 16 millones de euros, mientras que el ebitda (resultado bruto de explotación) se sitúa en torno a los siete millones. Con estos números y teniendo en cuenta el precio pagado en la adquisición de empresas de similares características, la valoración de Ezarri podría superar los 60 millones de euros.

Sorprende que una empresa como Ezarri, que fue adquirida por Inzu Group hace solo dos años, -manteniendo a directivos, en algún caso propietarios, en la gestión de la compañía- y que es una de las más rentables de la corporación, se ponga a la venta en estas circunstancias en las que los efectos de la invasión rusa de Ucrania suponen un factor de gran incertidumbre a la hora de acometer una operación de este tipo.

Mucho más cuando parece que la filosofía que justificó la creación de esta corporación industrial era la de favorecer el arraigo de nuestras empresas en su entorno y darles un apoyo financiero. De las trece empresas que forman parte de Inzu Group, doce tienen su sede en Gipuzkoa y una en Bizkaia. Alguien debería dar explicaciones por esta nueva operación de venta de una empresa guipuzcoana destinada, presumiblemente, a fondos de capital riesgo foráneos. Suma y sigue.