stamos siguiendo con amargura el juicio que se está celebrando contra Kote Cabezudo, oscuro personaje acusado de múltiples violaciones y abusos sexuales por gran cantidad de víctimas que, sin embargo, no son todas con las que, al parecer, se excedió. Quedamos a la espera de su resolución, pero nos embarga la preocupante sensación de que la condena final no se corresponderá con la gravedad de los hechos denunciados. Tampoco podemos ocultar el malestar por la tardanza (califiquémosla así) con la que se ha actuado a partir de las denuncias iniciales, causando a las víctimas un dolor añadido, tan innecesario como inaceptable.

Desgraciadamente, hubo quien aprovechó aquellos dramáticos acontecimientos para poner en marcha ventiladores llenos de mierda y así tratar de convertir el caso en cuestión en algo diferente a lo que era. En efecto, moviéndose en algún caso por un insaciable apetito de fama y en algún otro por la sed de venganza; valiéndose además de la ayuda de siniestros periodistas y oscuras cuentas en redes sociales, nos quisieron hacer creer que el caso Cabezudo era en realidad el de una élite implicada en una oscura trama. No es de extrañar, por lo tanto, que el exalcalde Elorza terminara por querellarse contra un abogado y el diputado general Olano y otras personas hicieran lo mismo contra ese vendedor de humo (y camisetas) que tanto daño causó en el pasado.

Nos resulta difícil olvidar la enorme tristeza con la que vivimos aquella época en la que, reconozcámoslo, unos siniestros personajes obtuvieron cierto éxito con sus mentiras y teorías conspirativas. Recordamos con dolor la cantidad de mensajes que recibíamos en nuestros teléfonos, enviados por amigos que daban por buenas (o cuando menos por creíbles) aquellas burdas acusaciones; o los comportamientos en las redes sociales de gente que apreciamos. Daba la sensación de que, en el fondo, necesitaban creerse todo aquello, querían que fuera verdad. Algunos deberían repasar sus propios actos para ver si también ellos perdieron el juicio antes de sentencia alguna.