ujer tenías que ser". Aunque suena muy rancio, no era extraño escuchar en el pasado la frasecilla en cuestión cuando alguna conductora cometía algún error. El que profería la sentencia era, por lo general, alguno que se creía un conductor impecable y consideraba que las mujeres teníamos alguna insuficiencia cerebral para poder manejar el volante, y quien dice volante dice cualquier otra máquina. El concepto de conducir bien o mal es muy relativo, pero si por conducir bien se entiende llegar a su destino con los menores riesgos para una y los demás, está claro que las mujeres conducen mejor. Lo explican los datos fríos de las aseguradoras. Los hombres son más peligrosos porque los siniestros en los que están implicados tienen peores consecuencias. Las mujeres, por contra, dan más partes al seguro, aunque por cuestiones de menor gravedad. Es decir, se despistan más cuando el riesgo es menor. En consumo de alcohol y drogas, los varones destacan en negativo. La prudencia es, pues, más femenina, aunque incluya a veces una menor velocidad, que exaspera a algunos. Para muchas conductoras, lo importante es llegar y no llegar muy rápido. Como en la vida en general, las prisas no son buenas consejeras. Lo dice el refrán.