vivir la Navidad desde la perspectiva de una persona satisfecha y autocomplaciente parece “ir de sobrada”. La Navidad, desde el prisma de Cáritas es vivirlo en profundidad, en serio.

Nuestra entidad cuenta con un observatorio único que nos adentra en un mundo duro, reflejo de la injusticia y la inhumanidad de nuestras sociedades. Pero también nos muestra la solidaridad y el empeño de humanización de mucha gente socialmente generosa.

Cáritas Gipuzkoa es un buen espejo de nuestra sociedad. Acompañamos las situaciones de un mundo doliente: personas encarceladas, pobres, vulnerables, con enfermedad mental... Lo llevamos a cabo junto a organizaciones públicas y entidades religiosas y laicas empeñadas en construir un mundo más justo y digno.

En este sentido, proponemos un camino para vivir esta Navidad con un significado profundo. Lo primero de todo es romper fronteras entre lo nuestro y lo de los demás, romper trincheras entre los de aquí y los de allí: defender la común dignidad de todo ser humano y la fraternidad consecuente de vivirla. Queremos colaborar en la solución de los grandes y graves retos de la humanidad: la pobreza, la desigualdad, la indiferencia, los egoísmos que generamos, los desencuentros religiosos y culturales...

Aspiramos también acompañar y levantar a quienes sufren y son víctimas de esta sociedad que a tanta gente excluye. Nuestro empeño se centra en defender e incluir a las personas para construir una sociedad protectora, inclusiva, igualitaria y fraternal. Y, simultáneamente, proponemos estilos de vida alternativos a esta sociedad inhumana. Si hacemos práctica continua de esta tarea, nos llevará, seguro, a ser un pueblo nuevo.

Ahora bien. Esto conlleva un precio, ya que cuestiona el estilo de vida impuesto por la sociedad consumista. El precio de entender que el tiempo del ser humano y del mundo es limitado, como limitados son sus recursos. De ahí que haya que cuidarlos. El precio de comprender que la sostenibilidad de nuestra vida exige que nos hermanemos con la naturaleza, a la que tutelamos.

Es el precio de entender que hay noche y día, días festivos y laborables y que trabajamos para vivir. No vivimos para trabajar y apostamos por una vida sobria y austera. El precio de comprender que el mundo es de todas las personas y, por ello, las respuestas han de ser globales porque las preguntas también lo son.

De esta doble tarea de defender e incluir a quienes la sociedad desecha y descarta y, simultáneamente, proponer estilos de vida alternativos, viene el tercer, y el más importante reto. Ayudar a recuperar una verdadera conciencia humanitaria y compasiva ante tanto drama humano y social que encontramos.

Solamente así ayudaremos al mundo a tomar conciencia de que la cuestión decisiva de hoy es la supresión del sufrimiento humano. Y esta tarea de una vida nueva es la de una labor por un mundo nuevo que requiere una colaboración conjunta.

Por eso mismo, nos atrevemos a proponer la Navidad como práctica del gran principio cristiano que afirma que lo más importante de todo es la caridad y el amor desinteresado. Solo actuando y manifestándonos así, asumiremos realmente el principio de vida que recibimos con estas fiestas: la caridad es la condición de toda verdad.

Eso evitará que nos instalemos en la abstracción y nos mantendremos en referencia constantemente a lo concreto y real de las personas para protegerlas e incluirlas en una convivencia social más justa y solidaria.

Consiliario de Cáritas Gipuzkoa