La primera del año

Empiezo fuerte porque mis primeras líneas del año van a ser para mostrar mi desprecio por quienes nos intentaron colar el “milagro” madrileño con el que Isabel Díaz Ayuso mantenía a raya la pandemia con la hostelería abierta. Parecía que casi era una cuestión de voluntad y que cerrar bares en otras comunidades autónomas o países europeos era una decisión arbitraria. La realidad es tan cruda que hasta en El Imparcial se han rendido: “Madrid cuadruplica el número de contagios y suma 23 muertes” de un día para otro en la última semana del año. No espero rectificaciones, pero sí que algunos se escondan un rato.

No me dejan ser optimista

Aunque he intentado arrancar 2021 con optimismo la realidad me lo ha impedido. ¿Cómo? Con titulares triunfalistas como este de El Independiente (y no es el único): “La Fiscalía no ve posible imputar al Banco Santander por blanqueo”. Titulares de noticias que ya en el subtítulo esconden otra realidad: “Anticorrupción ve ‘numerosas evidencias’ de que la entidad facilitó el blanqueo a clientes del banco suizo HSBC pero destaca ‘dificultades técnicas’ y ‘ausencia de prueba directa’ para llegar a la fase de juicio, por lo que remite la investigación a la CNMV”. Los poderosos se ayudan, ¿por qué nosotros no lo hacemos?

¿El año de Catalunya?

En 2017 Catalunya pasó un Rubicón para lo bueno y para lo malo, agravado por una justicia española vengativa. 2021 puede ser otro año importante con unas elecciones a la vista y, lo más importante, mecanismos para que sus presos políticos vuelvan a sus casas. Uno de los que pueden ser protagonistas en este nuevo momento alertaba recientemente en El Nacional: “Hemos pecado de exceso de gesticulación. No basta con eslóganes”, “La base no era lo bastante sólida durante esta legislatura. Si hubiéramos trabajado mejor los cimientos habríamos tenido mucho menos tiempo para pelearnos”.

Rhodes “solo” es una estrella

El de la nacionalización española de James Rhodes en plenas navidades es un tema complejo: no ha tenido que esperar como las casi 300.000 personas que sí lo hacen. También es cierto que el procedimiento, la carta de naturaleza, es el mismo que usan los futbolistas y no se monta el revuelo debido (porque esas nacionalidades, además de injustas socialmente, lo son deportivamente). Y no es menos cierto que Rhodes es una persona tan próxima a este gobierno (hasta el punto de que una ley para la protección de la infancia lleva su nombre) que el debate político sobre los privilegios está más que justificado.

Por supuesto que sí

En Pymes y Autónomos cerraban 2020 así: “Es hora de reconocer el esfuerzo de los empleados en este difícil año”. Y quien no lo haga es un desalmado porque la pandemia ha sido durísima para cualquier trabajador: quien ha mantenido su puesto de trabajo ha podido enfrentarse a ERTE, quien no sufría el ERTE ha tenido que ir a trabajar con miedo (¿cómo lo hacían en los supermercados en marzo?), y quien podía teletrabajar se ha visto atrapado en jornadas sin fin delante del ordenador y una conciliación imposible. Todas y todos, sin excepción, hemos acabado con unos niveles de estrés que hay que liberar.