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Es la única herramienta que tenemos, -y no es poca-, si nos comparamos con otras regiones europeas, para poder enfrentar de la mejor manera esta crisis económica, que hubiera tenido mayor alcance si la regulación del mercado de trabajo fuera competencia del Gobierno Vasco y no del Estado.

Frente a la Gran Recesión de 2018, la Gran Depresión de 2020, como ya auguran organismos económicos internacionales, ha cogido a este país con los deberes hechos en términos de equilibrio presupuestario, baja deuda pública y situación de estabilidad, que nada tienen que ver con la fotografía que el Estado español ofrecía el primer día del estado de alarma con un déficit presupuestario del 2,3% y una deuda pública del 96,6%.

La decidida política de saneamiento fiscal que han llevado a cabo las instituciones vascas en los últimos años les permiten actuar con cierto margen para poder ahondar aún más en las ayudas que se han puesto en marcha para asegurar la liquidez de las empresas ante el parón que están sufriendo, a pesar de que la respuesta que se ha dado, hasta ahora, desde el Gobierno Vasco ha sido rápida. En este sentido, hay que tener en cuenta que un aumento de la línea de avales no representa un gasto directo para las arcas públicas sino un riesgo de futuro.

El hecho de que la SGR Elkargi haya recibido un total de 9.000 solicitudes de pymes y autónomos por valor de aproximadamente 1.400 millones de euros para disponer de liquidez y poder sostener los gastos estructurales de sus negocios, -cuando llevan ya un mes cerrados-, pone de relieve que los 525 millones de euros avalados por el Gobierno Vasco se han quedado muy cortos porque las necesidades en términos de demanda de crédito casi multiplican por tres a la oferta. Como dato significativo y, que pone de relieve la dramática situación en la que se encuentran los autónomos, es que un tercio de esas 9.000 demandas de crédito proceden de ese sector que necesita alrededor de 75 millones de euros para responder a los gastos fijos e inevitables de sus negocios.

En este contexto en que las pymes y los autónomos necesitan cuanto antes liquidez para no verse obligados a echar la persiana, si la falta de actividad se alarga en el tiempo, hay que destacar el decisivo papel que está llevando a cabo Elkargi que, con un gran esfuerzo de su personal, está haciendo lo indecible para acelerar y agilizar al máximo los procesos de concesión de los préstamos, hasta el punto de que desde el día 1 de abril, -quince días después del parón económico-, ya se firmaron las primeras operaciones.

Esta inmediata respuesta a la crisis a favor de nuestras pymes y autónomos evidencia la gran visión que hace 40 años tuvieron aquellos pequeños empresarios que se unieron para crear Elkargi con el fin de conseguir mejores condiciones en sus líneas de crédito con los bancos que, con el tiempo y con una recesión económica a sus espaldas y otra en plena ebullición, se ha convertido en un instrumento vital en la recuperación de nuestra economía, en donde las pymes tienen un peso fundamental.

Mientras la existencia de Elkargi está provocando no solo rapidez en la concesión de los créditos, sino una garantía financiera con unos tipos de interés de euribor más 0%, los avales por valor de 20.000 millones de euros aprobados por el Gobierno Central a través del ICO y que son gestionados por las entidades financieras se encuentran en una horquilla del 1,5% y 2%, llegando el caso de ofrecer hasta el 3%, con fin de asegurarse un cierto margen en la concesión del préstamo. Una evidencia más, de que, a pesar de las excepcionales circunstancias en que vivimos, todavía existen bancos que tratan de hacer negocio. Y eso que el Banco de España ha encendido las luces de alarma con las ventas cruzadas, a través de seguros y otros productos financieros, que algunas entidades pretendían llevar a cabo a la hora de negociar los créditos.

La gran necesidad de liquidez que se observa en las pymes y los autónomos, a juzgar por el alto volumen de demandas de las líneas de crédito avaladas por el Gobierno Vasco, se pone en evidencia todavía más, cuando se analiza la situación de sectores como el de hostelería, muy vinculado al turismo, y el comercio para los que, en contra de lo que ocurre en la industria, desde el Ejecutivo vasco no se han puesto en marcha líneas específicas de apoyo, teniendo en cuenta que fueron los primeros en cesar su actividad y serán los últimos en recuperarse.

Después de que en toda esta crisis, la consejera de Turismo, Comercio y Consumo, la socialista Sonia Pérez Ezquerra, haya estado desaparecida, la primera intervención pública, a través de una entrevista radiofónica, ha sido para anunciar la puesta en marcha de unos bonos en el comercio, hostelería y turismo para incentivar el consumo en esos sectores, cuando todo el mundo está de acuerdo en que las primeras consecuencias de esta depresión van a ser un aumento considerable del desempleo y una pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos.

No parece razonable fomentar la demanda cuando la oferta está muy tocada y presenta importantes problemas de liquidez y los que resistan, en el caso de la hostelería, tendrán que someterse a procesos de reconversión muy importantes en sus establecimientos para tratar de responder, al principio, a las exigencias sanitarias y, después, a un cambio de hábitos sociales. Es comenzar la casa por el tejado, cuando la situación va a empeorarse, a medida que se alargue la crisis, y todavía falta por llegar al pico económico.

La decidida política de saneamiento fiscal que han llevado a cabo las instituciones vascas en los últimos años les permiten actuar con cierto margen para poder ahondar aún más en las ayudas