Si yo digo que "un personaje, tan habitual en nuestra política, usando diversos medios opacos ha esquilmado 600 millones de euros del dinero público, merece la cárcel y ser considerado un delincuente, aunque haya devuelto parte importante de su latrocinio" estoy seguro que la gran mayoría de la población estaría de acuerdo conmigo.Esto viene a cuenta de las donaciones de Amancio Ortega, Messi y otros similares, y los debates acerca de los mismos. No cabe duda alguna que los millones que están "donando" -por cierto, con innegable y profusa propaganda- son bienvenidos, puesto que los mismos servirán para cubrir necesidades varias y perentorias.Ahora bien, lo donado no alcanza, ni de lejos, lo que de una u otra manera han detraído de sus obligaciones fiscales. O lo que es lo mismo, lo que han robado, con triquiñuelas al erario público. Eso que es de todas y de todos. Ergo, siguen quedándose con una sustanciosa parte del botín acumulado con trampas diversas.Algo muy lejos de los halagos que les dispensan algunos sectores y medios de comunicación, que se convierten, así, en cómplices, o cuando menos en blanqueadores complacientes de los mismos.