Tras arrojar la toalla la semana pasada, recurrir al famoso Diego donde dijo digo y dejar que el viento sople bien fuerte sobre las palabras que dedicó en campaña a la regulación de la publicidad de las casas de apuestas, ahora el ministro Garzón se ha buscado un rival de su tamaño y anuncia que regulará los videojuegos de los niños. Y más concretamente las llamadas cajas de recompensa o loot boxes, a las que cierto es que convenía poner freno porque son una caja sin fondo donde el chaval puede provocar un agujero económico importante sin saber lo que está haciendo y además algunos expertos han denunciado que pueden fomentar la ludopatía. Dicho de otra manera, los chavales se descargan un videojuego que es gratis pero para seguir jugando o disfrutar de ventajas hay que hacer una serie de micropagos que, sumando y sumando, consiguen que haya gente que pague 100 euracos por un juego y eso, claro, es un disparate. Metido en ese pufo lo ideal es que tus padres te quitaran el móvil y te mandaran un ratito a la mierda pero claro, como Garzón ha permitido que las casas de apuestas, las de los mayores, te regalen, ¡oh sorpresa!, hasta 100 euros, muchos chavales podrán acabar empufándose en las apuestas mientras intentan desempufarse del videojuego y la cuadratura del círculo será perfecta. Salvo que esta vez el ministro se tome un poquito más en serio a sí mismo.