Los políticos son esa gente que facilita que la peña se apunte en una lista para no recibir más propaganda electoral en estas elecciones innecesariamente repetidas y luego les toman el pelo cogiendo sus datos de otro organismo llenándoles, otra vez, el buzón de propaganda electoral. La campaña ha empezado dura con la primera medida que no sirve para nada, la de apuntarse a esa lista R que si no vale para que los comerciales telefónicos no te jodan la cena cómo iba a servir para que los políticos no metan en tu buzón un trocito de democracia en estas entrañables fechas electorales que volvemos a disfrutar porque un tipo que pudo ser presidente del gobierno entendió mal el cuento de Mahoma pensando que la montaña de votos vendrá sola si a él le cansa subir a buscar acuerdos. Qué bonita es la ficción política, aunque el verdadero riesgo suponga resucitar al principal partido de la oposición, el de los sobres, que había quedado diezmado y con su recién estrenado líder más que cuestionado tras su peligroso acercamiento a la extrema derecha, a la que, ahora sí, ya invitan a la tele a hacer bromas con muñecos de trapo sobre gays que quieren ser padres e inmigrantes que buscan una vida y un trabajo dignos. La campaña ha empezado metiéndose en 810.367 buzones sin permiso y lo próximo va a ser colarse en nuestros móviles para seguir nuestro rastro. No hay de qué preocuparse, dicen. Y por eso preocupa.
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