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Nazi chic

Hay punkies birmanos para los que por alguna razón vestir prendas con esvásticas es una forma de rebelión. Por alguna razón, que puede ser la misma que la de los punkies birmanos, en los mercadillos de Bangkok se pueden comprar por unos seis euros al cambio camisetas en las que aparece Hitler en la playa tomando el sol desnudo como quien el 13 de julio compra en la Estafeta una de esas camisetas de Yo estuve en los sanfermines. El negocio de las estampitas, las figuritas y las ropitas de las SS, del NSDAP y de las águilas imperiales lleva tiempo al alza en el sudeste asiático. Nazi chic se llama el fenómeno. Las autoridades de Tailandia modificaron en 2013 el currículum educativo para explicar mejor qué sucedió ayer en Europa. Que más que un gran líder que guió a la Alemania post Primera Guerra Mundial -asunto que debe tener su atractivo en algunas de esas sociedades- Hitler y su reich eran otra cosa diferente a la gran resurrección alemana. Que hay formas y formas de resucitar. Tantas como las hay de morir. El inmoral preguntaría a ver si no va a ser posible desvincular la estética del horror como aquel joven que abrió un restaurante en India y le puso de nombre La cruz de Hitler porque “Hitler es un nombre molón: lo conoce todo el mundo”. Otra cosa es conocer lo que hizo.