En relación a la carta a la direccción con el título Agresividad sexual, redactada por Antxon Villaverde y publicada por este periódico el pasado 24 de agosto, me gustaría comentar lo siguiente. En primer lugar, adelantar que no pienso debatir, ni discutir, una sola coma de la carta publicada. Ya que nada más leerla, únicamente proferí un insulto hacia quien la redactó y, en segundo lugar, proferí otro, aún más airado, hacia el medio de comunicación que lo publicaba.

La libertad de expresión pierde su sentido y legitimidad en el momento en el que el uso de la palabra justifica una grave vulneración de los derechos básicos de cualquier persona. Estimo que este es el caso de esta carta (aunque se intente maquillar con buenas intenciones). Razón por la que proferí el primer insulto.

El segundo, en cambio, surgió por la falta de responsabilidad mostrada por el medio de comunicación. Por servir de escaparate para opiniones como la publicada, que servirá para que aquellas personas que la comparten se sientan legitimadas. O peor aún, que provoque que más gente llegue a pensar de la misma manera.

Por cierto, si se sienten ofendidos por los insultos, o estiman que son una vulneración de sus derechos, no se preocupen, los expresé en absoluta soledad. Donde creo que debemos aprender a gestionar nuestras propias miserias.