Sobre las 5.45 horas suelo salir a andar por Zarautz. Si veo que el cielo está despejado, voy primero hacia el segundo túnel en dirección a Getaria para luego dar la vuelta y caminar mirando la salida del sol hasta el golf, más o menos. Generalmente somos las mismas personas las que nos cruzamos, algo así como diez o quince. Hace unos días, ya a la vuelta del segundo túnel, vi un coche de la Ertzaintza con las luces de la sirena por el Malecón y le pregunté a un pescador si había pasado algo, a lo que él no supo decirme nada. Cuando llegué a la zona del restaurante Arguiñano, vi que el tractor que trabaja en la playa estaba parado y que las personas que limpian la playa estaban reunidas alrededor de un banco. La Ertzain-tza había acordonado la zona y se les veía buscando entre la arena. Pregunté a un barrendero si sabía lo que había pasado y me dijo que habían violado a una menor. Esto me lo dijo sintiéndolo profundamente y sin entender, exactamente como yo, sin entender.
Era la segunda menor agredida sexualmente en quince días. No se ve (cuando se sabe dónde está el peligro) un policía a esas horas. Rara vez se ve a alguno, rara vez.
No me gusta la palabra siempre y tampoco la palabra nunca. Por mí, las quitaría del vocabulario. Pero sí puedo decir que es muy raro encontrar un policía a esas horas en el Malecón de Zarautz.
El Malecón es la zona donde se producen estas situaciones tan graves para los que no lo hemos sufrido y no me quiero imaginar para las que lo han sufrido. El Malecón tiene entre 600 metros y 800 metros. Es una línea recta y creo que es fácil de poder vigilar y cuidar. No estamos hablando de extensiones grandes y complicadas.
Es por esta razón por la que tanto el barrendero como yo no hemos entendido por qué sucede esto. Un día después, al día siguiente de la segunda violación, había casi atasco de patrullas. Quousque tandem abutere catilina patientia nostra? Así solía utilizar esta frase de Cicerón un popular vecino de Zarautz. El caso es que si me paso diez minutos de la OTA, tengo ya una multa en el cristal del coche. Si por la carretera voy a 130, hay una máquina que me saca una foto o un helicóptero que te saca otra foto y casi se pueden apreciar hasta las caries que uno puede llegar a tener. Por eso ni yo ni el barrendero conseguimos entender por qué no se vigila el Malecón.