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Pipino el Breve

Siempre creí que Pipino el Breve, hijo de Carlos Martel y padre de Carlomagno, había durado en el trono de los Francos menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Pero no fue así. Asumió el mayordomato del palacio de Neustria en 741, y murió 27 años más tarde, después de haber ampliado sus territorios, a costa de los lombardos, de los árabes, y del duque de Aquitania. Convocó un Concilio, se hizo amigo de los papas Zacarías y Esteban II, y todavía encontró un rato para casarse con Bertrada de Laon conocida como la del pie grande porque, al parecer, tenía uno desproporcionadamente mayor que el otro. ¡Al fin y al cabo, cosas propias de franceses! Siendo así las cosas, ignoro por qué le llamaron el Breve. Yo entendería que se le aplicara semejante título al jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix, que ayer presentó su dimisión irrevocable al fiscal general, tras descubrirse ese 25% de su empresa offshore en Panamá. Ha durado 90 días en el cargo, en el que entró con puño de hierro para imponer orden en las aguas procelosas de la corrupción, y ha salido por la puerta de atrás, tres días después de que infolibre desvelara su secreto mejor guardado: que llevaba cinco años y medio siendo copropietario de la sociedad panameña Duchesse Final Overseas, compañía propietaria del chalet familiar, situado en el municipio madrileño de Collado Villalba, valorado en 550.000 euros. Ni el apoyo de Rajoy, ni el de Sáenz de Santamaría, ni el de Catalá, ni el de José Manuel de la Maza han podido frenar una caída reclamada por toda la oposición. Llegó al cargo de la mano del fiscal general en febrero, y desde el primer momento mantuvo encontronazos con los fiscales del caso Lezo, tras los registros al expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. También chocó con los fiscales del 3%, tramitó la denuncia de un imputado contra los fiscales del caso Pujol, y fue acusado de parcialidad sin cuento por todos los otros grupos del arco parlamentario. Ahora, se espera la dimisión de Maza y Catalá.