Hay cierta decepción al saberse que la liquidación del Cupo de los últimos diez años, aunque arroja un saldo positivo para Euskadi de 1.400 millones de euros, no va a ser un aguinaldo para gastar. Según parece, el importe disponible a deducirse en los próximos ejercicios deja un margen para las instituciones vascas de unos 350 millones de euros para repartir en los presupuestos de los próximos años. Personalmente encuentro mucho más satisfactorio que esto sea así, aunque entiendo que requiere una explicación. En realidad, esto de la economía y los presupuestos es más bien un juego de apuntes contables. Las columnas de haber y deber marcan las cuentas de las instituciones, así que, en el tránsito entre cuentas de Euskadi y el Estado, siempre será mejor que se liquide el apunte contable del Cupo en el haber vasco que en el del Estado. Por esa vía, no cabe decepción. A la hora de componer cuentas, prefiero que las vascas de los próximos años computen el descuento y no el pago. Porque, en realidad, como decía el sabio casero, “en el mundo no habrá más de diez millones de pesetas porque yo no he visto juntas nunca más”. Todo lo demás son sumas y restas. Igualmente satisfactorio encuentro que cerca de 1.100 millones de esa liquidación ya hayan estado incorporados en las cuentas vascas de los años anteriores. Cuando más apretaba la crisis y más necesidad ha habido de los servicios públicos, esos cientos de millones han estado mejor en las columnas de gasto de Euskadi. Y esos 350 millones que quedan no son mal aguinaldo.