Reina por un día
¿Recuerdan aquel ramplón programa de RTVE que se llamaba Reina por un día? Nació el 29 de marzo de 1964 de la mano de los presentadores José Luis Barcelona y Mario Cabré. Las aspirantes dirigían una carta a la redacción de Televisión Española detallando sus sueños más recónditos, como encontrar a familiares desaparecidos, hacer el viaje de su vida, etc. La ganadora era coronada simbólicamente y sentada en su trono entre suspiros y lágrimas. A mí ayer Pedro Sánchez me pareció la quintaesencia de una de aquellas concursantes. Aspiraba a una fantasía largamente soñada, ser presidente de un gobierno de cambio, de la mano de Ciudadanos y Podemos. Pero, en esta ocasión, la utopía se ha convertido en una enorme calabaza. Su discurso de investidura ha durado casi dos horas y ha estado plagado de alusiones a la llegada de un nuevo tiempo, con referencias a la necesidad de mestizajes de siglas, de propuestas, de ideologías, con impúdicos guiños a la izquierda. “Les propongo construir una España mejor. La España de las oportunidades, los derechos y las libertades; una España laica y libre de corrupción; una España federal en una Europa federa”, dijo. “A partir de ahora, concluyó, en el debate soy uno más de los 350 diputados aquí presentes”. Las reacciones no se demoraron, aunque los primeros espadas se reservan para hoy. Tardá (ERC) acusó: “Ha sido un discurso muy cínico y vacuo”. Girauta (C’s) satisfecho confesó que “hacemos una valoración positiva del discurso”. Juan Carlos Domènech (En Comú Podem): “Ha sido un discurso de mucho ruido y pocas nueces”. Errejón (Podemos) apostilló: “Hemos visto a Pedro Sánchez ser presidente por un día, en lugar de intentar ser presidente para una legislatura”. Garzón (IU): “Votaremos un no rotundo” PNV y EH Bildu también votarán no. Finalmente, Rafael Hernando (PP) dijo que Sánchez le recordaba a “aquel cómico que para cualquier solución decía mañana”. Hoy empieza la sesión de réplicas, adivino quebrantos para Sánchez, pero mucho más para Rajoy.