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Gato panza arriba

Los gatos no hablan, pero son extremadamente expresivos con su lenguaje corporal. Según Nicky Trevorrow, gurú en comportamiento de felinos del Reino Unido, el gato es un animal sumamente locuaz y es fácil de entender para quien quiere escucharle. Cuando aplana las orejas nos expresa miedo: si repliega los párpados completamente, está atento. Las vibrisas (bigotes) extendidas hacia adelante son signo de curiosidad, y cuando el animal anda con la cola levantada es de alegría al ver a su dueño. Si el minino roza su cabeza contra el sofá o contra tu pierna, está diciendo que eso es suyo. Finalmente cuando se tumba panza arriba, atención porque se vuelve peligroso y puede morder y arañar a amigo o enemigo. Es un mundo singular, pero mucho menos que el de los políticos. Por ejemplo, remedando a Sabina, “pongamos que hablo de...” Rajoy. Desde que el 20-D las cosas se le torcieron al presidente del PP, no ha parado de tirar piedras contra el tejado del PSOE y de Podemos, y sus inquilinos más conspicuos. Primero, calculó mal y creyó que con el PP y C’s bastaba para formar Gobierno. En ese tiempo, Podemos fracturaba España y el PSOE era su acólito. Para darles la puntilla inventó la línea roja del referéndum catalán. El PSOE tragaba y se dedicaba de lleno a jurar y perjurar que creía en la España del PP, ocultando sus teorías federales. He aquí que Rajoy recontó de nuevo y, esta vez ayudado por los dedos, comprobó que no le salían las cuentas. Ideó la “Gran Coalición”, incluso un Gobierno conjunto para cuatro años apoyado por el desenlace catalán. Pero quia, Sánchez se va a Lisboa; cede cuatro senadores a los independentistas; los barones se quedan solos; e incluso Pedro y Pablo empiezan a comulgar. Rajoy intenta nueva treta contra el bebé de Bescansa, pero tampoco hay quorum suficiente. Así que ahora con un gesto felino se ha puesto panza arriba, aunque nadie le ha sacado los trapos sucios que esconde bajo la almohada. Pero ve peligrar su poltrona. ¿Estará a punto de perder su séptima vida?