Hoy me ha venido a la memoria la historia de Penélope, la esposa de Ulises, rey de Ítaca, y su ardid para mantener a raya a sus pretendientes que trataban de desposarla y de expoliar su patrimonio. Como la insistencia era tan agobiante, prometió a aquella pandilla de usurpadores que ejercería su derecho a decidir cuando terminará de tejer el sudario que había prometido a su suegro el exrey Loertes. Durante cuatro largos años tejió por el día y destejió por la noche hasta que por fin regresó su marido. Ulises, con ayuda de su hijo Telémaco, acabó con los pretendientes. Desde entonces, Penélope es el símbolo de la fidelidad y Ulises, la representación de la astucia.
Hoy, miles de personas se sumarán a la iniciativa de Gure Esku Dago, y protagonizarán una enorme fiesta colectiva en Anoeta, San Mamés, la Plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz, la plaza de toros de Iruñea, y en el campo de rugby Christian Belascain de Baiona. Durante semanas, miles de penélopes han tejido, cosido y decorado, calladamente, municipio a municipio, y barrio a barrio, 15.500 metros de tela, con una única estratagema: construir urnas gigantes y hacer visible una vez más el derecho a decidir que reclama el pueblo vasco. La jornada en Donostia arrancará a mediodía en torno al río Urumea. En el enclave que rodea a los seis puentes se formará una pieza kilométrica de telas que irá creciendo con la participación de cada comarca. Esta iniciativa es un paso más en la configuración de un red humana creciente que ha pasado de 170 comisiones en 2014 a 232 en el presente año. En el acto han anunciado su presencia ciudadanos de diferentes sensibilidades, pertenecientes a distintas siglas políticas y sociales, de diversos sectores, que han dado un paso para trabajar conjuntamente en todo aquello que nos une. “Somos un pueblo. Es el momento de la ciudadanía. Tenemos el derecho a decidir”. Son tres principios universales que seguramente ya se reivindicaban en tiempos de Homero.