Recuerdo, sin añoranza, conste también que sin rabia mayor, las soflamas domesticadoras y las exhibiciones espectaculares, propias de un esmerado Cecil B. Mille, que no hacían sino reforzar las primeras e introducir a nuestras entonces mentes infantiles en un mundo de color y sonidos. Cómo no recordar en este orden de cosas el momento de la consagración en el que se cruzaban las banderas (del Pilar y el piperpoto), se inclinaban las lanzas de los piadosos cruzados mientras sonaba majestuoso -cómo no- el orgánico (por el instrumento que lo interpretaba himno de España, y por otras cuestiones) himno hispano. Los nenes flipando en colorines ante tan excelsa puesta en escena teológico-política, que concluía con la militarización de la Virgen (Tras la virgen capitana, nuestra madre de El Pilar?). Dejando, no obstante, estos aspectos formales, allá se nos enseñaron hondas, qué digo, profundísimas verdades, muy útiles para afrontar la existencia como es debido (hechos y derechos). Entre estas lecciones siempre recordaré el esmero que mostraba el padre o hermano, no recuerdo, mas no importa ya que tanto monta, monta tanto, ante nuestros ensimismados ojillos, al exhibir su sorpresa con tono convincente ante quienes pensaban que la materia se había desarrollado hasta dar como resultado lo que hay y que cómo era posible que lo existente no fuese obra de algún divino creador. Como demostración recurría al siguiente ejemplo: supongamos que en esta habitación dejamos amontonados unos modelos que representan planetas, astros, estrellas, etc. y al día siguiente los hallamos suspendidos girando los unos en torno a los otros siguiendo el modelo del funcionamiento ordenado del universo. ¿Quién en su sano juicio pensaría que tal organización y puesta en marcha se ha hecho sola? (Y me pregunto, ¿quién había fabricado esos modelos?). Esta historia era pura réplica de la teoría del gran relojero de William Paley (deudora de la teodicea y de la teología natural, amén de los asertos calvinistas), más tarde convertida en el relojero ciego de Richard Dawkins. Tal supuesta demostración del epígono del padre Chaminade era, desde luego, más peinada que la expeditiva demostración a la que recurría otro recio fraile, que se reivindicaba como autenticus homo ibericus, que no era más que la versión bestia del “argumento ontológico” y dijo el necio en su corazón m.c.d. (él lo decía, encendido, con todas las palabras ), luego Dios existe (pobres Anselmo y Descartes, por tener unos alumnos tan burdos).

Semejantes recuerdos parece que deberían conducir en línea directa a exclamar o tempora, o mores, mas viendo como funcionan las cosas uno se siente tentado a reivindicar “el eterno retorno de los mismos” enunciado por Nietzsche, y si no léase el BOE del 24 de febrero en el que se reglamenta la enseñanza de la religión católica en el bachillerato (con dinero público y nombramiento del profesorado a cargo del obispo u ordinario de turno, gracias al infame, y ventajista, concordato que une al Estado con el Vaticano), programación que ha sido publicada -como digo- en el BOE, en donde se da ventaja a la superchería religiosa frente a las teorías científicas. No solo eso sino que se hace hincapié en el creacionismo frente a quienes defienden que la evolución ha sido fruto de la combinación entre el azar y la necesidad. En tal BOE, publicado un día después del 23F, aparecen una serie de lindezas y falacias redactadas al dictado de la Conferencia Episcopal? Así, los estudiantes deberán “conocer y aceptar con respeto los momentos históricos de conflicto entre la ciencia y la fe, sabiendo dar razones justificadas de la actuación de la Iglesia”, deberán ser convencidos de que no se puede lograr la felicidad sin la ayuda de Dios, amén de la apertura total de la enseñanza de las teorías bíblicas por encima de las enseñanzas establecidas por el saber científico. ¡Toma no confesionalidad del Estado!

La programación de marras -sea dicho al pasar- está puesta en pie por el mismo gobierno que eliminó la asignatura de Educación para la ciudadanía, pues según ellos no servía más que para adoctrinar ideológicamente al alumnado, provocando así “una seria división en la sociedad”. Ahora se introduce esta programación que no hace sino elevar la superchería a nivel de dogma. En fin, que Wert, sus inspiradores y sus epígonos se alzan contra la ciencia, y oponen la Biblia a Darwin, haciendo que la primera (pretendido “texto sagrado”) tenga más peso que el segundo, cuya teoría fue fruto de la acumulación de datos, comprobaciones, etc.

En el boletín señalado se puede leer: “Reconoce con asombro y se esfuerza por comprender el origen divino del cosmos, y distingue que no proviene del caos o el azar”.

En las escuelas de algunos estados yankis se difunde, como ciencia, el diseño inteligente al igual que en las escuelas de Israel. España, aun siendo diferente en casi todo, siempre se ha mostrado proclive a dar ventajas al palio? y ahora se trata, en buen espíritu “cruzado”, de recuperar las aulas del desalmado ateísmo y laicismo que no hacen más que desmoralizar a los ciudadanos y conducirlos al caos, al desorden y? a la perdición eterna.