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'El grito'

Es el título, como todos sabemos, de cuatro cuadros similares y una litografía del noruego Edvard Munch (1863-1944) que representa una figura humana en un puente o camino en medio de la nada, con un paisaje expresionista, y un cielo arremolinado sobre su cabeza. Munch perteneció al movimiento Bohemio de Cristiania (Oslo) que denunciaba las contradicciones de aquella sociedad noruega de finales del XIX. Criticaba con dureza su forma de organización social, la hipocresía de una falsa moral, y las injusticias sociales y desigualdades económicas que acompañaron a la revolución industrial. El Grito (1893) es un estallido de tormento, angustia, inconformismo y denuncia todo al mismo tiempo. Es un chirrido de verdad herida, de dolor agudo, y de soledad absoluta.

Al leer este fin de semana el Sociómetro sobre Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, realizado a 2.470 personas (555 en Araba, 1.228 en Bizkaia, y 687 en Gipuzkoa) me ha parecido escuchar ese grito, un lamento agudo y largo, ¿o era un lloro? ¡Tantos años perdidos, tantas muertes, tantos funerales, tantas torturas, tantos miedos, tantas declaraciones vacías, tantos abusos, tantos olvidos, tantos desprecios, tanto rentabilizar situaciones, tantas burlas...! ¿Es que no es suficiente? ¿Por qué somos tan miserables en este fin de ciclo? Hay voces que reclaman la derrota total de ETA. No quieren una victoria generosa, sino destrucción total, exterminio del enemigo, venganza. Hay otras, que reclaman confesión, arrepentimiento, dolor de corazón, y penitencia, no una, ni dos, ni tres, sino continua por el daño causado, por los errores cometidos, por las ideas expresadas o consentidas. Exigen mucho más de lo que ordena la Santa Madre Iglesia para abrirte las puertas del cielo.

Y hay otras, que simplemente quieren pasar página, esgrimiendo estrategias teatrales, argumentos ya superados, maniobras tercermundistas, medias verdades, y lo pasado, pasado está. Las tres voces, y otras más que se unen al coro, saben abrir hueco en las páginas de los diarios, y en los informativos de las radios y televisiones. Pero sobre ellas está el grito, ese lamento terrible de nuestro pueblo que emite desde hace décadas, y que casi nadie escucha y lo que es peor, se trata de manipular, de desvirtuar, o de silenciar. Porque, en río revuelto, ganancia de pescadores.

¿Qué ganan? Me pregunto. ¿Elecciones? ¿Cargos? ¿Conseguir que nada cambie? ¡Que todo siga igual como la foto de Fitero de este fin de semana! ¿Qué pintaban juntos una presidenta, un ministro, un guardia civil y un obispo? ¿Es que era una foto del año de la victoria, 1939?

El grito, que agrupa a hombres, mujeres, y niños vascos, es claro y muy neto: el 56% cree que el proceso de paz está estancado; el 57% que el Gobierno español actúa mal o muy mal; y que impulsaría el proceso: el desarme y disolución de ETA (51%), el reconocimiento de daños y errores (58%) , el acercamiento de presos (73%) y excarcelación de enfermos (71%) El que quiera oír, que oiga.