Cosas de la crisis
En el discurso de apertura del curso académico correspondiente a este año, el rector de la Universidad del País Vasco, Iñaki Goirizelaia, lanzó una seria advertencia a los poderes públicos ante la tentación de profundizar en el tijeretazo presupuestario. De insistir con los recortes, advirtió, existe un "serio peligro" de echar por la borda buena parte del camino académico recorrido. Nada que reprochar a este mensaje, que creo que lo firma cualquier ciudadano de este país. No conozco a nadie que discuta la necesidad de una universidad vasca, pública y de calidad. En mi caso, además, tengo la satisfacción de haber estudiado en sus aulas. Pero tengo que confesar que me he quedado de piedra, seguramente porque soy un ingenuo, cuando he sabido que existe para el conjunto de trabajadores de la UPV, desde el primero de los catedráticos hasta el último de los contratados, unas 5.000 personas, un acuerdo interno por el que la universidad hace frente al coste de las carreras que cursan ellos y sus hijos. Según las informaciones publicadas, hasta hace unos años este derecho alcanzaba también a los cónyuges y a las parejas de hecho. El asunto ha trascendido, para enfado de algún sindicato, porque a cuenta de la crisis la dirección ha decidido poner un listón a este gasto y situarlo en algo menos de 600.000 euros anuales. No sé ni cuándo ni por qué se implantó esta concesión, ni siquiera si existe en otras universidades. En origen, pudo tener su razón de ser pero con la que está cayendo, ¿qué piensan ustedes?