Gato por liebre
no soy amiga de McDonalds, Burger Kings ni establecimientos de comida rápida por el estilo, aunque cuando hay niños en casa de vez en cuando no queda más remedio que sucumbir a la tentación de los Happy Meal, Nuggets o Big Mac de turno. Ración de calorías aparte, es el regalito que acompaña a la hamburguesa lo que les hace verdadera ilusión. Al día siguiente es obligatorio llevarlo a la ikastola para enseñarlo a todos los lagunas. Digo yo que, para eso, preparo en casa una hambuguesa de verdad, de las que no tienen pinta de picadillo plastificado, y me acerco al Todo a 100 a comprar un juguetito. Para ellos no es lo mismo. Aunque, visto lo visto, las hamburguesas caseras que compramos en las grandes superficies, esas que dicen estar hechas con un 100% de carne de ternera, tampoco son lo que parecen. Entre su carne prensada se esconden restos de huesos, tendones e incluso trozos de filetes de otras especies animales, como caballos. Que nadie dice que la carne de caballo sea mala, pero que no nos den gato por liebre. Si el envase dice ternera, yo quiero ternera. Nos queda la opción de comprar varios cientos de gramos de picadillo y confeccionar nuestros propios filetes rusos. Y ahí es donde nos vienen con que si la carne picada se pone fea enseguida y, para evitar que en cuestión de horas adquiera un color muy poco apetecible, los envases que nos venden rezuman de conservantes. No, si al final va a ser mejor zamparse esas hambuguesas plastificadas, que por lo menos sabemos lo que hay.