Obama, el hombre y el mito: elecciones EEUU 2012
EL próximo martes, 6 de noviembre, los estadounidenses elegirán su presidente para los próximos cuatro años. Dado que compiten el actual presidente, Barack H. Obama, y un aspirante, Mitt Romney, los logros del actual mandato están siendo un elemento clave de las elecciones.
Obama fue elegido presidente de los Estados Unidos el 4 de noviembre de 2008 gracias a una amplia mayoría. Fue una gran victoria en un momento de enormes desafíos e incertidumbres. Mucha gente se emocionó al ver al nuevo presidente jurar el cargo en enero de 2009. Obama representaba la voz de los sin voz: los jóvenes, las mujeres, los negros y las minorías. Encarnaba la energía de una América que no se resignaba, que afirmaba orgullosa que podía con los problemas. Yes, we can, podemos, fue el lema de campaña.
Además de la parte más emocional y simbólica, Obama prometió grandes cambios. Muchos analistas avisaron que ningún ser humano podría estar a la altura de las gigantescas expectativas. Seguramente por ese motivo, hoy son muchos quienes se sienten frustrados y dudan si votarle de nuevo.
Obama prometió una sanidad para todos. Prometió una ley migratoria. Prometió cerrar la cárcel de Guantánamo. Prometió mejorar la eficiencia energética y contribuir a detener el calentamiento global. Y, sobre todo, prometió mejorar la economía y crear empleo.
Su primer proyecto de ley, en enero de 2009, trataba de evitar la discriminación salarial y laboral. La segunda ley, cinco días después, expandió la cobertura sanitaria infantil a cinco millones de niños y niñas sin seguro. En febrero de ese año aprobó la Ley de Estímulo Económico tratando de hacer frente a la crisis económica causada por las tristemente famosas hipotecas subprime. Dedicó 787.000 millones de dólares a inversiones en salud pública, educación, infraestructuras y energía. Estas medidas fueron completadas en marzo con un plan de inversiones público-privadas aún más grande. En mayo de 2009, Obama nombró a Sonia Sotomayor como jueza del Tribunal Supremo, la primera hispana en conseguirlo y la tercera mujer en la historia. En septiembre de ese año, propuso nuevas regulaciones a las centrales eléctricas, fábricas y refinerías para tratar de reducir las emisiones de gases invernadero.
Pero, sin duda, el principal hito de este mandato de Obama ha sido la reforma sanitaria. Fue una promesa clave de su campaña el lograr que todos los ciudadanos tuviesen acceso a la cobertura médica. Después de un trámite parlamentario extremadamente complejo y polémico, la reforma fue aprobada en marzo de 2010.
El presidente Obama fue recibido con ilusión en todo el mundo. Sus ideas contrastaban con la línea de política exterior heredada de su predecesor, G. W. Bush. Estas ideas y la esperanza de reducir la tensión internacional fueron premiadas con el premio Nobel de la Paz. En un magnífico discurso pronunciado en El Cairo, tendió la mano al mundo árabe y musulmán.
Después de su victoria de 2008, en un discurso ante cientos de miles de partidarios, Obama recordó el famoso discurso de Martin Luther King "He estado en la cima de la montaña". En uno de los momentos más emotivos declaró que "el camino será largo. Nuestro ascenso será empinado. Puede que no lleguemos en un año o quizás en un mandato, pero nunca como esta noche Estados Unidos ha tenido tanta esperanza en que llegaremos". Este es el argumento que esgrime Barack Obama ante los indecisos y quienes se sienten traicionados. El próximo martes se verá si es suficiente para volver a convencer a una mayoría de ciudadanos. Lo que nadie duda es que, aunque lo consiga, la ilusión no será la misma que en 2008.
Entre quienes se sienten traicionados están los que querían el cierre de la base de Guantánamo. Obama lo prometió en su campaña y no lo ha cumplido. Al parecer, hizo algunos movimientos en esa dirección y, de pronto, todo se paralizó y finalmente volvió al mismo punto. Hoy no es una prioridad para el gobierno. El sistema ha podido con el presidente.
Otra promesa electoral que atrajo a muchos hispanos fue la de aprobar una ley migratoria. En contra de lo sostenido históricamente por los republicanos, Obama dio voz a los millones de hispanos que viven y trabajan en EEUU de forma ilegal -"Este país es también el vuestro"- y les prometió cambiar las leyes para facilitar la concesión de permisos de trabajo y medidas que permitieran el reagrupamiento familiar. En un principio, los republicanos se mostraron favorables a regular estos asuntos, pero al cabo de unos meses se opusieron e impidieron la aprobación de la ley. Obama ha aceptado este fracaso. Viendo la actitud de los republicanos, se confió y se centró en las medidas económicas. Cuando luego trató de aprobar la ley, ya no pudo. Ha reconocido públicamente que pecó de ingenuo. Otro gran fracaso.
Además, también hay quienes consideran que las campañas militares en Irak y Afganistán no se están gestionando bien. Cada muerto que regresa a Estados Unidos aumenta el descontento, pero la situación está empantanada y el gobierno no termina de concluir las guerras heredadas. Hay demasiados intereses en juego y demasiado poderosos. El presidente parece un rehén de la industria militar y de los contratistas de defensa y del sector petrolero. Se calcula que una cuarta parte de los miles de millones de dólares que están costando estas guerras terminan en compañías de seguridad privada como Blackwater y otras, con contactos políticos del más alto nivel, como Dick Cheney o Donald Rumsfeld. De nuevo, el sistema parece imponerse al presidente. El complejo industrial-militar, sobre el que ya alertó a sus compatriotas el presidente Eisenhower en 1961, es más fuerte y poderoso que nunca.
La parte positiva de esto para Obama es que la mayoría de ciudadanos norteamericanos ven a su presidente como un buen comandante en jefe. A pesar de las acusaciones republicanas de que sería un pobre ingenuo a merced de otras potencias, Obama ha demostrado ser un sólido líder guerrero en las guerras que su país tiene abiertas. De hecho, en el debate de esta campaña electoral sobre política exterior Obama ganó al candidato republicano.
Curiosamente, desde nuestro punto de vista europeo, una de las acusaciones más habituales a Obama viene por el programa de sanidad. Es sorprendente, por ejemplo, la cantidad de jóvenes norteamericanos que sinceramente creen que su país no puede permitirse pagar una sanidad pública universal. Estos mismos jóvenes entienden que el inmenso gasto en defensa podría reducirse un poco, pero comparten que se trata de una prioridad para su país. Estas críticas no son compartidas en Europa. A pesar de que la política exterior de Obama no ha variado mucho respecto a la de George Bush Jr., según una encuesta realizada por la BBC entre julio y septiembre en 21 países, el 50% votaría a Obama y sólo un 9% lo haría por Romney. Es curioso tanto fervor europeo cuando Obama tampoco ha cumplido las elevadísimas expectativas que despertó hace cuatro años, aunque también es cierto que no es fácil, por no decir que resulta imposible, hacerlo dado el contexto de profunda crisis en el que nos encontramos.
En fin, ojalá los estadounidenses voten sabiamente. Porque su elección influirá decisivamente en la salida conjunta de esta crisis y en la necesaria reforma de las instituciones económicas y políticas internacionales.