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Economistas

Cartas a la Dirección

cuando se va dolorido con un flemón al dentista, puede que en un primer momento se haya de paliar el dolor y la infección, pero la sanación definitiva solo llegará con el tratamiento profundo del diente. Hay un primer paso que es el correcto diagnóstico y una fase posterior terapéutica. Creo que en Economía las cosas son parecidas. Primero diagnóstico y después terapia. No se deben poner los bueyes detrás del carro. Si el diagnóstico es acertado también pueden existir varias líneas terapéuticas. Se están buscando medidas terapéuticas volviendo los ojos a John Maynard Keynes en su obra cumbre Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escrita en el año 1936 a los 53 años de nacer en Cambridge. Pretendía combatir la inestabilidad fruto de los mercados privados con la intervención pública directa de gasto público. Añadiría yo que a veces interpretada de un modo simplista. Entiendo que Keynes hablaba de un motor de arranque y de un suplemento en partes bajas del ciclo que suavizaran violentas turbulencias y garantizaran la estabilidad económica. Convendría a algunos saber que militaba en el Partido Liberal británico. Aunque nacido en Brooklyn, el premio Nobel en 1976 Milton Friedman, fue profesor de la Universidad de Chicago. Creó escuela, la llamada Escuela de Chicago. Es señalado como padre del neoliberalismo. Diré, como de Keynes, que a veces interpretado de modo simplista. Friedman fue un gran teórico monetario y mostró la complejidad de la política de estabilización. Admiraba el Tratado monetario de Keynes. En idénticas conferencias en el Chile de Pinochet y la China de Zao Ziyang, abogó por el monetarismo y la liberalización que, en su criterio, dentro de la economía social de mercado, tendría la consecuencia de arrastrar a la libertad el control político. Toda opción política democrática es libre. Pero he elegido el ejemplo de dos economistas a quienes se presenta como antagonistas para mostrar que en la Ciencia Económica hay una continuidad y afán de progresar. Leerla dogmáticamente confunde. En este momento nuestra sociedad no tiene mucho margen de error. Ni tiempo que perder.

Carlos Matellanes