A veces, cuando piensas en la situación de la economía española y, ampliando la vista, en la europea y en la mundial, llegas a la conclusión de que es el sistema el que ha fallado, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades animados por una ingeniería financiera, viviendo sin tener, todos prestando a todos sin que el dinero esté en ningún sitio. Hay que cambiar el sistema. Pero, si piensas en qué sistema económico imponer entre los experimentados, llegas a la conclusión que sin economía de mercado no hay salvación. Todos los experimentos que en el mundo han sido, saliéndose de ese esquema, han fracasado estrepitosamente. Pero, también, no conozco un solo invento económico basado en lo que, modernamente, se ha llamado ingeniería financiera que no acabase en la ruina total del sistema de mercado artificial así montado. La economía de mercado funciona si se respetan unas determinadas reglas éticas y morales que lo hacen creíble. La moral puritana del trabajo, el respeto a los pactos, el pago de las deudas, la asunción de riesgos previendo las consecuencias, no gastar más de lo que se tiene, el salario justo, el enriquecimiento euro a euro, todos ellos juntos o por separado no son exclusivos ni de una ideología ni de una religión. Son principios universales para una convivencia pacífica. Cuando esas reglas se arrinconan y solo se piensa en el lucro personal, el sistema económico funciona como el juego de la pirámide, hasta el día que revienta.