Vivimos en un Estado que se caracteriza por su comodidad y despreocupación. Hasta que no vemos la yaga no nos creemos la realidad. Me remito a los ejemplos. Solo en Nafarroa hay más de 40.000 desempleados. No veo una movilización acorde a la situación de desempleo, tan solo asambleas con 20 o 30 desempleados. En cambio se ha puesto de moda la indignación. Quizás no estamos indignados pero en cambio seamos indignos. ¿Cómo podemos sentirnos indignados cuando muchos de nosotros hemos alimentado el sistema y nos hemos nutrido de él conociendo las consecuencias? Sí, no nos llevemos las manos a la cabeza, o ¿no sabemos que en este país la sisa es, ha sido y sigue siendo uno de los deportes nacionales con más acólitos? Que no diga nadie que no ha pagado ciertos servicios sin factura para no abonar el IVA, quién no se ha ido de la gasolinera sin exigir ticket, quién no sabe que en su empresa muchos clientes abonan parte de los costos en negro, perdón en b (que como me dijo la administrativa en negro suena mal), a quién no le han pagado las horas extras ilegales bajo manga, quién no conoce que las subastas públicas han sido ya de antemano amañadas en beneficio de entes privados, quién no sabe que para conseguir cierto empleo es necesario afiliarse a ciertos sindicatos, cuántos han especulado con el dinero del suelo inflando su valor. La mayoría de nosotros lo sabemos. ¿Porqué no lo denunciamos?

Estamos hablando de hipocresía colectiva y para salir de esta crisis es necesario que nos lavemos la cara y que todos aportemos. Muchos de nosotros hemos votado. Por tanto, creemos en parte en el sistema. ¿Cuántas veces hemos visto el Congreso de los Diputados vacío ? Esto solo es por una razón: nuestros políticos tienen poco trabajo, y los organismos oficiales están llenos de herrumbre y necesitan ser engrasados. Es el momento de exigir a nuestros políticos que se cumplan los programas por los que han sido elegidos y que no se queden en vanas promesas electorales. Tenemos que hacer trabajar a la Administración, porque la Administración es nuestra empresa y si esta va mal, nosotros vamos mal. Tenemos la obligación como ciudadanos de a pie de conocer nuestros derechos. Y abrir los ojos denunciando el incumplimiento de los programas. Como ciudadanos debemos leer la letra pequeña de ese contrato que hemos hecho vigente con el Gobierno actual y debemos exigirle que trabaje acorde con las necesidades existentes. Nosotros somos los que debemos hacer demandas al Gobierno y no al contrario. Y nosotros tenemos la llave para una renovación de contrato.