Salir de Donosti, entrar en Malagón
Tendrán que convenir conmigo que muchos dichos y refranes son bastante hirientes con algunas poblaciones, casi siempre de forma injusta. Vean si no expresiones tan puñeteras como "Entre Pinto y Valdemoro" o "Irse por los cerros de Úbeda". Pero quien se lleva la palma de despreciativo es el de "Salir de Málaga para entrar en Malagón", un juego de palabras similar al de "De Guatemala a Guatepeor". Con la agravante de que esta última población es inventada, y el simpático pueblo ciudadrealeño existe. Tanto o más que Teruel. Algo que hace un tiempo puso en duda una columnista donostiarra al citar el señalado dicho. Y a lo que contestó rápidamente un malagonero de pro, mi buen amigo Alfredo Medina que, como les he comentado más de una vez, tiene el corazón partío entre Donostia, y Legazpi por un lado, y su población natal. Pero como la velocidad se demuestra andando, Alfredo, con gran parte de su entusiasta familia, nos llevó a conocer el paisaje (repleto de maravillosos olivares) y el acogedor paisanaje del citado pueblo manchego. Aparte de disfrutar de lo lindo, me ha hecho reflexionar sobre lo que es de verdad la tolerancia. Porras con chocolate de desayuno y a la hora de comer o cenar los ricos-pobres platos manchegos: migas, judías pinesas, tiznao, mojes, asadillo, escabeches, calderetas, gachas, pistos, flores con natillas, "yemas de la Santa"? ¡Y qué sé yo! Hablando de "la Santa", en esta población no puede ser otra que Santa Teresa, que edificó aquí la tercera fundación y que, al margen de lo religioso, es un icono local que todos adoran o al menos respetan (el equipo de fútbol se llama ¡Atlético teresiano!). Pero aquí conviven monjitas de estricta clausura, y alcalde socialista, devotos de los toros y de María, chiquiteo de futboleros merengones y del Athletic en un concurrido bar (con iconografía txuri-urdin en sus paredes), el de José Monteagudo, hincha acérrimo de nuestra Real Sociedad. Baile a lo agarrao en el Casino y discotecas marchosas. Al regresar me decía mi anfitrión: "Aprendamos a vivir en desacuerdo".