Las buenas cifras de la economía estadounidense tanto en el crecimiento del PIB como en materia de empleo, unidas a una bajada de la inflación, podrían haber supuesto un espaldarazo al gobierno demócrata y a su candidata Kamala Harris, pero no está claro que vayan a pesar en las elecciones del martes.

La crisis sanitaria del covid-19, que marcó los últimos meses de mandato de Trump y los primeros de Biden, llevó a EEUU a un caos económico –la tasa de paro más alta desde la Gran Depresión y la caída del PIB más notable en su historia reciente– del que ha salido progresivamente hasta evidenciar una gran solidez.

Los principales indicadores de la situación económica señalan, en lo referente al Producto Interior Bruto (PIB), que de julio a septiembre se registró un firme ritmo de crecimiento del 2,8%.

Además, el último informe de nóminas privadas ADP, correspondiente a octubre, señala que la creación de empleo alcanzó este mes su nivel más alto en más de un año: 233.000 puestos de trabajo.

La Oficina de Estadísticas Laborales informó de que en septiembre se crearon 254.000 empleos en EEUU, reduciendo la tasa de paro al 4,1% y superando la media de 203.000 puestos de trabajo mensuales creados a lo largo del último año.

Bajo la administración Biden, el desempleo bajó a un mínimo del 3,4% en enero de 2023, la tasa más baja en más de 50 años, pero desde entonces ha ido subiendo y ahora sus datos son peores que los de Trump antes de la pandemia (3,5% de paro).

Subida de los sueldos

En esta línea, los salarios medios semanales han crecido y en septiembre, si se ajustaban a la inflación, eran de 368 dólares, frente a los aproximadamente 390 dólares que se embolsaban los estadounidenses bajo el mandato del magnate republicano previo al covid-19.

Por otra parte, la Reserva Federal (Fed) anunció a mediados de septiembre una bajada de los tipos de interés de medio punto, la primera tras un ciclo de once subidas que comenzó en marzo de 2022, cuando la inflación estaba desbocada por la pandemia y la guerra de Ucrania.

La tasa de referencia de los tipos se situó así en un rango del 4,75% al 5%, en el objetivo de la Fed de controlar la inflación y fijarla en torno al 2%.

En septiembre la inflación fue del 2,4%, pero aún lejos del 1,8% que, por ejemplo, se registraba en EEUU en 2019 con Trump como presidente.

La candidata demócrata Kamala Harris en un acto de campaña.

No obstante, el ritmo al que llegaron a subir los precios, con una inflación máxima del 9,1% en junio de 2022, ha contribuido a que los estadounidenses tengan la economía como su mayor prioridad de cara a los comicios presidenciales del próximo martes y continúen preocupados por los costes de los alimentos y la vivienda.

De acuerdo a una encuesta de CBS News de principios de octubre, seis de cada diez estadounidenses consideran que “la economía va bastante mal” o “muy mal”, mientras que otro estudio de la firma Gallup en el mismo periodo revela que el 52% cree que “sus familias están peor económicamente que hace cuatro años”. Así, la percepción de los votantes difiere de los buenos augurios de la economía estadounidense y, según las encuestas, priorizan a Donald Trump por sus planes económicos frente a la opción de Kamala Harris.

La mayoría de sondeos, incluido uno publicado por The New York Times/Siena College días atrás, refleja que el expresidente sigue siendo el candidato preferido en cuanto a gestión económica, pero la alternativa –a priori continuista– de Harris ha recortado distancias.