Responsables militares de distintos países europeos no han tardado mucho en plantear la necesidad de preparar y armar a la población, e incluso el regreso del antiguo servicio militar obligatorio. Europa se está convirtiendo en escenario de unos nuevos juegos de guerra, trayéndonos a la memoria recuerdos que parecían de otra época. La guerra fría parece haber regresado al Viejo Continente.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. | FOTO: EFE

Los documentos publicados por el Ministerio de Defensa alemán tienen su origen en el Bundeswehr, las fuerzas armadas alemanas, y plantean la posibilidad de una hipotética invasión de Europa del este por parte de Rusia. Según estos documentos, denominados Alianza de Defensa 2025, Vladímir Putin podría tener en mente la invasión de los países bálticos en fechas no muy lejanas. Una escalada que comenzaría en el escenario ucraniano para saltar a continuación sobre los países bálticos a través de Bielorrusia. Pero lo más inquietante del documento es que se incluye en él incluso un hipotético calendario, no muy lejano a las fechas actuales y que, tras una continua escalada militar de 18 meses, acabaría en un conflicto en el corazón de Europa entre las fuerzas de la OTAN y Rusia.

Este hipotético escenario podría comenzar con el redoble de la apuesta militar rusa a través del reclutamiento de 200.000 nuevos soldados para el frente ucraniano. Estos soldados serían lanzados en todos los frentes de Ucrania con el fin de lograr victorias parciales que empujasen a las fuerzas ucranianas lo más lejos posible de la zona controlada ahora por los rusos. Aprovechando esta ofensiva victoriosa, y el subsiguiente caos en el bando occidental ante el avance ruso, en el siguiente escenario los rusos lanzarían ciberataques sobre los países bálticos, unidos ante un asedio militar a sus fronteras, con la excusa de la defensa de la población de origen ruso que habita en esas zonas.

Las hipótesis del ministerio alemán de Defensa plantean también que sería posible un ataque a gran escala desde Bielorrusia para tratar de hacerse con el corredor de Suvalki, que une Rusia con el enclave ruso de Kaliningrado, situado entre Lituania y Polonia y aislado del resto de Rusia, y por ello expuesto. Este ataque sobre la antigua ciudad prusiana de Königsberg se daría por noviembre alegando un casus belli muy claro: la defensa de poblaciones rusas discriminadas en el los países bálticos. Aprovechando el desorden que generarían las elecciones norteamericanas, con una más que probable derrota de Biden, dejando al país sin un liderazgo claro y en una situación de polarización social, se daría el momento perfecto para redoblar la apuesta rusa y poner patas arriba todo el equilibrio de poder en Europa.

Enero de 2025

Por tanto, para enero de 2025 podríamos encontrarnos con una guerra en pleno corazón de Europa, con una Rusia atacando territorio perteneciente a la Unión Europea y a la OTAN. O, como el propio documento predice, podríamos incluso encontrarnos con la Tercera Guerra Mundial.

Según las revelaciones del Bild, la Bundeswehr no se limita a predecir la hipotética estrategia rusa para desafiar a Occidente, también plantea una respuesta estratégica a la invasión de los estados bálticos. Una respuesta en la que sería indispensable el desembarco de unos 300.000 soldados de la OTAN en Lituania, Letonia y Estonia, fuerza armada de la que formarían parte unos 30.000 soldados alemanes. Esto debería ser suficiente, según su planteamiento, para hacer frente a las consecuencias derivadas de un ataque ruso en el corazón de Europa.

El reportaje de Bild es lo suficientemente inquietante porque viene precedido por declaraciones belicistas y alarmistas realizadas por numerosos mandos militares europeos. Así, Boris Pistorius, ministro de Defensa alemán, ya había reconocido anteriormente a la misma publicación Bild que un ataque ruso a la OTAN era algo posible. En aquella declaración, el ministro Pistorius afirmaba que la agresión rusa podría producirse en un período no muy lejano, dentro de entre cinco y ocho años. De ahí recalcaba el político alemán la necesidad de estar preparados. Estas declaraciones de Pistorius situaban la amenaza más lejos en el tiempo, pero, a la vez, parecían anticipar también lo recientemente revelado por Bild.

Pistorius no fue el único en alertar sobre una posible guerra con Moscú. Diferentes mandos militares de otros países ya habían realizado manifestaciones en sentido similar. El almirante de los Países Bajos, Rob Bauer, presidente del Comité Militar de la OTAN, ha expresado públicamente la idea de que vivimos en el mundo más peligroso en décadas, lo que implicaría, según el marino neerlandés, la necesidad de transformar el poder bélico de la alianza atlántica para responder a futuros desafíos. Ya hace unos meses, los Países Bajos, que no tenían servicio militar obligatorio desde 1997, han iniciado un programa voluntario de un año para jóvenes con el fin de atraer nuevos reclutas al ejército. El mensaje a la población es claro, es necesario prepararse para un futuro posible ataque.

El temoe de suecia y Finlandia

Suecia y Finlandia, los dos países que abandonaron su tradicional neutralidad a raíz de la invasión de Ucrania, fueron los primeros en alzar la voz de alarma sobre la posible amenaza rusa más allá del ataque a Ucrania. Estos países nórdicos, al ser frontera con Rusia, son los que más peligro sienten de sufrir una acción rusa, especialmente Finlandia, con una frontera con Rusia de más de 1.000 kilómetros muy difíciles de defender, como ya dejó claro Stalin hace 80 años en la guerra de invierno de 1939. Por su parte, Suecia instó oficialmente a su población a preparase, pidiéndoles a sus ciudadanos que empezasen a pensar en un futuro en términos bélicos. Finlandia lleva desde 2023 aumentando su ejército y preparando a la población. Pero el temor llega incluso a Noruega, cuyo jefe de las fuerzas armadas, Eirik Kristoffersen, ha dado un plazo de entre dos y tres años para invertir más en una defensa segura.

Gran Bretaña ha sido otro de los países donde la opinión de los mandos militares ha sido en este sentido clara. El jefe del ejército británico, el general Patrick Sanders, expresó en unas declaraciones públicas la necesidad de que Reino Unido comience a movilizar a la población para prepararla para un futuro posible conflicto con Rusia. Sanders no apuesta por la instauración de un nuevo servicio militar, sino por comenzar a cambiar la mentalidad de la población británica, haciéndola consciente del peligro real de un enfrentamiento inminente en el tiempo con Rusia.

El general británico citado lleva mucho tiempo criticando el recorte que, desde hace varias décadas, según él, está afectando al ejército británico, ejército que, según recientes fuentes e informes, rondaría los 70.000 soldados. Una cifra para muchos expertos militares ineficaz para una defensa exitosa en caso de un conflicto en territorio europeo. La reducción paulatina de efectivos militares parece que es común al resto de ejércitos europeos y dejaría a la vista y expuesta la dependencia del Viejo Continente a Estados Unidos para hacer frente a una supuesta amenaza de Putin.

De aquí se derivaría otra de las razones de la gran alarma surgida por el supuesto plan de Putin. A pesar de la decidida reacción occidental a la invasión de Ucrania, con el paso del tiempo, Putin ha logrado resistir el empuje de los ucranianos y dejar al aire las debilidades occidentales. Por un lado, los arsenales europeos han demostrado sus límites, quedando vacíos los depósitos de armamento de toda Europa, y demostrando la nula capacidad de la industria militar europea para suministrar suficiente armamento a sus ejércitos en un escenario de guerra abierta.

Por otro lado, los europeos también han mostrado su escasa predisposición a ayudar militarmente a Ucrania, no solo por su avaricia a la hora de enviar recursos económicos, también por poseer un parque armamentístico mucho más limitado y anticuado de lo que se creía. La decidida apuesta por la ayuda a Ucrania de los primeros meses ha ido diluyéndose en una cada vez menor ayuda, que ha dejado claro que los ejércitos europeos no serían tan avanzados y potentes como se creía.

Pendientes de la ayuda de EE UU

Todo ello deja otra consecuencia inquietante para Europa. Como puede leerse en el reportaje de Bild, la única solución para Europa estaría en la ayuda norteamericana. Europa y sus ejércitos serían incapaces de frenar a un país como Rusia, que ha logrado transformar su tejido económico en una verdadera economía de guerra, en la que la industria y el sistema productivo se encuentran alineados con el esfuerzo militar del ejército. Ante un escenario como el que plantea Bild, Europa solo podría responder a la agresión tratando de mantenerse en pie hasta la llegada del séptimo de Caballería desde los Estados Unidos.

Pero, ¿y si no llega el amigo americano a tiempo? Y lo que es más inquietante, ¿y si no quiere venir? La cuestión de las elecciones norteamericanas plantea aquí un enorme problema. Bien por el caos que podrían generar en el país, y que permitirían el ataque ruso ante una Norteamérica con las defensas bajadas, o bien porque una victoria de Donald Trump podría poner en duda la alianza estratégica entre los EE UU y Europa. Trump no ha parado de despotricar contra sus aliados de la OTAN ya que, según él, no invierten lo prometido, dejando a los Estados Unidos con el peso militar y económico de la alianza. Un hecho que le ha hecho poner en duda el futuro de la OTAN y que arroja múltiples dudas de cuál sería la respuesta de Trump ante una invasión rusa sobre territorio europeo.

Todo ello alimenta el temor en el que han caído la mayoría de las cancillerías europeas, que con la invasión de Ucrania han visto cómo las reglas de convivencia mantenidas entre potencias desde la Segunda Guerra Mundial hasta la guerra fría han saltado por los aires, y que sus supuestamente fuertes y modernos ejércitos son mucho más débiles de lo que suponían, bien a nivel material, bien a nivel de efectivos, y en consecuencia serían incapaces de defender el territorio europeo en este nuevo escenario de desorden mundial. Unos ejércitos europeos incapaces de hacer frente sin el amigo americano a un Putin que podría aprovechar el caos tras las elecciones norteamericanas, o la victoria de un Trump deseoso de soltar lastres en Europa, dejándola sola ante el peligro.

Como algunos analistas vaticinaban, el regreso a la guerra fría es un hecho. Vuelven los juegos de guerra a Europa, lo que traerá mayor rearme, mayores inversiones en defensa, desarrollo de la industria bélica y una nueva paranoia belicista a todos los niveles. Una apuesta por la militarización, e incluso la movilización de la población, para afrontar una amenaza que, por otra parte, para algunos autores no parece tan clara.

Sin embargo, la duda ante estos nuevos juegos de guerra surge espontáneamente. ¿Las opiniones de los altos mandos militares y dirigentes de defensa y los informes como el publicado por Bild describen una amenaza real o una paranoia interesada? No olvidemos que la guerra fría fue también una época de paranoia generalizada, de la que la industria armamentística supo sacar enormes ganancias. La respuesta, la conoceremos los próximos meses.