Las autoridades ucranianas confían en que, pese al estallido de violencia en Oriente Medio, Estados Unidos combine la ayuda militar a Israel y a Ucrania, que se encuentra en medio de una contraofensiva clave para liberar las regiones anexionadas por Rusia.

Al respecto, el presidente, Volodímir Zelenski, firmó ayer un decreto en el que aprobó un gasto en defensa de 46.000 millones de dólares para 2024, lo que supone el 21,6% del PIB, presupuesto que depende directamente de la asistencia estadounidense. Por de pronto, Israel mostró interés en proyectiles de 155 milímetros de calibre de alto poder explosivo, lo que coloca a Washington ante un dilema, ya que esos obuses también figuran en la lista de peticiones de Kiev. EEUU ha suministrado a Kiev 44.000 millones de dólares en equipos de armamento desde principios de 2022, mientras Israel recibe anualmente tres millones de dólares en ayuda militar.

Un grupo de congresistas ha planteado al presidente, Joe Biden, que presente un paquete de ayuda combinado ucraniano-israelí para superar las agrias divisiones presupuestarias entre demócratas y republicanos. The Washington Post informa que la Administración presidencial se plantea seriamente esa posibilidad, aunque la decisión aún no está tomada, ya que el debate sobre la ayuda a Israel tendrá lugar la próxima semana.

La secretaria del Ejército, Christine Wormuth, pidió una mayor financiación para poder atender las demandas de sus aliados, mientras senadores de ambos partidos han propuesto un paquete de ayuda a Ucrania de entre 50.000 y 100.000 millones de dólares que permita satisfacer las necesidades más urgentes de Kiev hasta las elecciones estadounidenses, según The Wall Street Journal.

La embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, Julianne Smith, intentó calmar ayer a Kiev al asegurar que el apoyo que su país ha garantizado a Israel en la guerra contra el grupo islamista Hamás no afectará a la ayuda a los ucranianos. Smith subrayó en rueda de prensa que al tiempo que Washington mantiene “su compromiso con la seguridad de Israel” también es fiel a su “promesa de seguir apoyando a Ucrania mientras defiende su territorio”. En la misma línea, el portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, subrayó que EEUU es un país suficientemente grande y rico “para apoyar a ambos”.

Instrucción de pilotos para F-16

Mientras, Zelenski no pierde el tiempo. Viajó por primera vez desde la invasión rusa a Rumanía, donde anunció la creación de un centro de instrucción de pilotos ucranianos en el manejo de los cazas F-16 estadounidenses.

Aseguró en rueda de prensa haber acordado con el presidente rumano, Klaus Iohannis, incluir a los militares ucranianos en la primera hornada de estudiantes.

Precisamente, el lunes otro rumano, el subsecretario general de la OTAN, Mircea Geoana, aseguró que los países aliados comenzarán “pronto” a suministrar a Kiev los F-16.

Además, Zelenski y su homólogo rumano hablaron del suministro de piezas de artillería y armamento antiaéreo, y de la pronta creación de un corredor de cereales a través de Moldavia y Rumanía.

A su vez, el líder ucraniano aseguró que tiene a su disposición “información muy clara de que Rusia está interesada en provocar una guerra en Oriente Medio”. “Vemos a los propagandistas rusos regodeándose. Vemos a los amigos iraníes de Moscú apoyando abiertamente a quienes atacaron a Israel”, dijo Zelenski en su alocución nocturna.

El Kremlin, que no reconoce a Hamás como una organización terrorista, respondió ayer que dichas acusaciones “carecen totalmente de fundamento alguno”. Además, el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que la violencia en Oriente Medio es “un claro ejemplo del fracaso de la política de EEUU en Oriente Medio” por ignorar el compromiso con “la creación de un Estado palestino soberano e independiente”.

Mientras, el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umérov, visitó ayer por primera vez el frente, concretamente posiciones ucranianas en el sector sureste. El Estado Mayor ucraniano informó de éxitos parciales de los frentes de Bajmut y Zaporiyia, aunque el Instituto para el Estudio de la Guerra admitió que el mal tiempo está comenzando a ralentizar el avance de las unidades motorizadas.