En su viaje hacia el sur de California, Hilary sufrió una transformación de huracán de categoría 1 a tormenta tropical con vientos mínimos de 63 km/h, transición que tuvo lugar antes de tocar tierra en la madrugada del domingo al norte de la península de Baja California, en México. A las 8.00 horas del lunes, Hilary fue catalogada de “ciclón postropical” y se hallaba muy tierra adentro, 185 kilómetros al noroeste, en Elko, el corazón de Nevada, a un ritmo enérgico de 39 km/h, manteniendo vientos máximos sostenidos de 56 km/h.

Se trata de un nuevo “récord” en la historia del clima en esta parte del mundo: el Centro Nacional de Huracanes emitió por vez primera una advertencia de tormenta tropical en el sur de California. El gobernador del estado, Gavin Newsom, declaró el estado de emergencia y subrayó que se trataba de un fenómeno meteorológico extraordinario en Los Ángeles, una ciudad versada en catástrofes naturales como incendios forestales y actividad sísmica. Durante una conferencia de prensa, la alcaldesa Karen Bass se refirió a la tormenta como un “evento meteorológico sin precedentes”. El alcalde de San Diego, Todd Gloria, también expresó su preocupación por los cortes de energía derivados de los fuertes vientos y la amenaza inminente de inundaciones y corrimientos de tierra en la zona.

El domingo por la noche, el sur de California experimentó los efectos precursores de la tormenta Hilary, agresivas lluvias torrenciales. Algunas zonas de Palm Springs, una ciudad de clima árido, recibieron una acumulación de más de dos pulgadas de lluvia, esto es, en solo seis horas absorbieron la cantidad de agua equivalente a la precipitación de seis meses.

A medida que avanzaba el día, se rompió una cascada de récords, con casos notables en el centro de Los Ángeles, Burbank y Palmdale. El Servicio Meteorológico de Los Ángeles documentó un exceso de 8,5 pulgadas de lluvia en Mount Wilson, en el Bosque Nacional Ángeles. En otras palabras, durante el aguacero se recolectaron más de 21,59 cms de agua por metro cuadrado. Beverly Hills registró 4,8 pulgadas, y el centro de Los Ángeles una acumulación de casi 3 pulgadas.

En el área de San Diego la tormenta descargó más de 6 pulgadas de lluvia en Mount Laguna, con fuertes vientos de 135 km/h cerca de Big Black Mountain. Y mientras los informativos emitían advertencias por inundaciones, un terremoto de magnitud 5,1 reverberó al norte de Los Ángeles y en zonas adyacentes esa misma tarde de domingo.

El impacto de ‘Hilary’

El impacto de la tormenta se extendió a Nevada y Arizona. Se emitieron órdenes de evacuación en partes del Parque Nacional Lake Mead en Arizona, instando a los residentes a trasladarse a terrenos más altos debido a posibles inundaciones. El gobernador de Nevada, Joe Lombardo, declaró el estado de emergencia. En unas pocas horas del domingo por la mañana Death Valley, el Valle de la Muerte, uno de los lugares más áridos y cálidos del planeta, experimentó el triple de su precipitación típica de agosto. En una hora la zona recibió casi un mes de lluvia.

Las autoridades del sur de California aconsejaron a la población que evitaran conducir, por el riesgo de inundaciones, deslizamientos de tierra, acumulación de escombro y bruscas torrenteras. Para complicar aún más las cosas, las cicatrices de los persistentes incendios forestales de estos últimos años han generado superficies propensas al flujo rápido de agua y escombros. El Servicio Meteorológico Nacional señaló que la tierra quemada puede repeler el agua con la misma eficacia que el pavimento, lo que provoca súbitas arriadas que pueden llegar a arrastrar casas a su paso.

Más de siete millones de personas se vieron afectadas por la tormenta de este domingo. Cientos de carreteras y vías de tren cortadas. Se suspendió la navegación y se cancelaron más de 1.000 vuelos y otros 4.900 sufrieron retrasos.

Un fenómeno sin precedentes

“Un sistema tropical como este en el sur de California es un fenómeno raro, de hecho, apenas tiene precedentes en los registros”, comentó Greg Postel, especialista en huracanes y tormentas de Weather Channel para CNN. California ha estado a salvo de los huracanes gracias a tres barreras naturales. La primera es la corriente oceánica fría que fluye a lo largo de la costa del Pacífico que despoja a las tormentas de su calor tropical potenciando su debilitamiento. En segundo lugar, un patrón de viento de Este a Oeste evita que las tormentas choquen con el continente, empujándolas hacia el mar donde se disipan.

Por último, la subsidencia atmosférica, un flujo descendente de aire sobre California que comprime las tormentas antes de que puedan formarse y contribuye a la capa marina característica de la región. Estos tres factores combinados han preservado al estado de huracanes durante al menos 165 años. No obstante, esta semana el Servicio Meteorológico Nacional ha tenido que emitir avisos de alerta por inundaciones “tropicales” desde Santa Bárbara en California hasta Flagstaff, Arizona.

La generación y alimentación de ciclones, requiere una temperatura del agua del océano en superficie de más de 26°C de manera sostenida, algo muy raro en la costa de California. Sin embargo, el calentamiento global que sufre el planeta está provocando alteraciones.

2023, entre los años más cálidos

La temperatura promedio de la superficie global el pasado julio fue 1,12 grados Celsius por encima de la media, lo que lo sitúa como el julio más cálido en el registro de 174 años de historia de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. 2023 se ubica entre los cinco años más cálidos registrados, y es muy posible que se convierta en el año más cálido registrado hasta la fecha, con una temperatura global de 1,03°C por encima del promedio del siglo XX de 13,8°C. Y esto ha traído además consigo otro nuevo récord: Se registró la temperatura más alta de la superficie del océano en 174 años con una anomalía de 0,99 grados Celsius superior al promedio. La temperatura media de la superficie del mar ha aumentado 0,83 grados Celsius desde 1901.

Unido al calentamiento de la superficie del agua marina, la convergencia de otras dos condiciones atmosféricas excepcionales ha derrumbado la escoba de viento Este que arrastraban las tormentas hacia el Pacífico, lejos de California. Una cresta de altas presiones en el centro de los Estados Unidos ha generado calores extremos en la región que, junto a la depresión persistente de bajas presiones frente a la costa Oeste, han transformado los vientos de Este a Oeste en un flujo de Sur-Norte, invitando a Hilary a penetrar en el sur de California.

Jayme Laber, hidrólogo del Servicio Meteorológico Nacional en Oxnard, ha explicado que estas condiciones arrastrarán cada vez más sistemas tropicales hacia esta región del planeta. El Trópico de Cáncer está ubicado aproximadamente a 23,5 grados al norte del Ecuador; la tormenta tropical Hilary ha llegado a Los Ángeles, que está aproximadamente a 34,05 grados norte, más de 2.200 kilómetros por encima de este paralelo.

El sur de California normalmente recibe menos de 1/10 pulgadas de lluvia de promedio en agosto. Hilary ha dejado caer entre 2 y 4 pulgadas de precipitación en unas pocas horas. A medida que el mundo se calienta, el aumento de la temperatura de la superficie de los océanos proporciona más combustible para intensificar estas tormentas. En consecuencia, la perspectiva de un mundo más cálido proyecta una sombra sobre el futuro, y abre la posibilidad de huracanes más recurrentes, activos y potentes.