Tel Aviv - El presidente de Israel, Reuvén Rivlin, fue ayer tajante al unirse al grito callado de la ciudadanía, hastiada de la ineficacia política: “No nos merecemos esto”, dijo, pidiendo que estas terceras generales en menos de un año sean las últimas. Tras ejercer su derecho a voto a primera hora de la mañana, Rivlin visitó el Comité Electoral Central, pidió a los israelíes que acudan a votar y dijo: “No nos merecemos otra horrible y sucia campaña electoral como la que acaba hoy y no nos merecemos esta inestabilidad infinita (...). Salid a votar y haceros oír”.

El presidente señaló que aunque la jornada electoral es normalmente en el país un día festivo (en el que la mayoría no trabaja), ayer no se sentía con ganas de celebrar nada y, apesadumbrado, lamentó: “Solo siento un profundo sentimiento de vergüenza ante vosotros, mis conciudadanos”.

Los principales candidatos, Benjamín Netanyahu, del mismo partido que el presidente, el Likud, y su rival de Azul y Blanco, Beny Gantz, también acudieron a votar por la mañana y pidieron al público participación. A las tres horas de abrir los colegios se había registrado una participación del 14,5%, una fecha muy similar a la de las últimas citas, a pesar de las previsiones de que el miedo al coronavirus podría bajar la participación.

En el país se habían instalado 16 urnas especiales en tiendas de campaña higiénicas en 14 ciudades para los cientos de israelíes que se encuentran en cuarentena por haber visitado un país en el que se ha extendido la enfermedad o tenido trato con una persona que podría tenerla.

En una de ellas en Tel Aviv, los votantes no tenían que hacer fila, simplemente esperaban su turno, todo el mundo cubría su boca y nariz con mascarillas y se utilizaban bolígrafos deshechables y guantes para emitir el voto. En otro centro de voto cercano, Celine Maud Bouniox aseguró haber venido a votar porque “es importante, incluso aunque el sistema esté obsoleto”.

Esperando “un cambio” “Espero que haya un cambio, no creo que este gobierno sea bueno para el país”, reflexionó, en coincidencia con Yael Abady, que afirmó: “Espero que después de diez años del mismo gobierno algo cambie, no es sano que la misma persona esté en el poder tanto tiempo. No me gusta mucho Gantz pero le voy a votar porque creo que no hay muchas opciones. Esto es por o contra Bibi”.

En un colegio electoral del centro de Jerusalén, tanto quienes cambiaron su voto, como quienes repetían; quienes apostaban por un gobierno de unidad entre Likud y Azul y Blanco como quienes lo rechazaban, todos los israelíes que hablaron coincidían en no descartar unas cuartas elecciones. “Los israelíes tenemos un carácter activo y queremos influir y el que votó la primera vez seguirá votando, una segunda, una tercera y hasta una cuarta” si la hubiera, declaró sobre la participación el israelí Doron, que esta vez escogió una papeleta diferente a la de septiembre.

El llamamiento matinal a votar fue poco a poco calando entre los electores y a las 16.00 (14.00 GMT), más del 47,6 por ciento de los 6,5 millones de israelíes llamados a votar habían depositado la papeleta, una cifra no vista desde 1999, cuando superó el 50%, informó el Comité Electoral Central de Israel.

En los últimos comicios de septiembre, el 44,3% votó a esa hora, más de dos puntos que en las anteriores de abril, cuando comenzó el bloqueo político en Israel, donde gobierna un Ejecutivo en funciones liderado por Benjamín Netanyahu desde hace más de un año.

Importante será la diferencia entre las dos formaciones, que empataron en abril, mientras que Azul y Blanco ganó por la mínima en septiembre con 33 escaños, uno por encima del Likud. La Lista Unida árabe se mostraba optimista por aumentar su apoyo como tercera fuerza. El resto de formaciones, a priori, no sumarían ni en el bloque de derechas ni el de centro izquierda para superar la mayoría de 61 escaños de los 120 de la Knéset (Parlamento israelí). -