Seguramente, la pregunta de “qué escoger: un híbrido o un eléctrico” tenga una fácil respuesta para los muchos usuarios que ya conducen uno de esos dos tipos de modelos. Sin embargo, los millones de propietarios que todavía conducen un vehículo de combustión tradicional y tienen previsto jubilarlo a corto o medio plazo, quizá no tengan tan claro hacia dónde debería ir su elección. Por eso, hemos decidido plantear una serie de preguntas que ese tipo de cliente se va a hacer en algún momento y responderlas de forma concreta.

Por tema de precio: Lo ‘híbrido’, habitualmente, suele costar menos

Es lógico que los modelos con tecnología híbrida salgan más baratos que los eléctricos puros por varios motivos. En primer lugar, porque el segmento híbrido incluye modelos de tamaño y potencias más razonables, lo cual hace que el precio de partida sea más ajustado. 

Por poner un ejemplo, y sin considerar temas de subvenciones, un compacto como el Opel Astra con acabado Edition y la mecánica híbrida auto-recargable sale desde 28.550 euros, según el configurador web de la marca, mientras que el eléctrico equivalente, asciende a 41.000 euros. 

Lo ‘híbrido’, habitualmente, suele costar menos.

Por otro lado, un SUV urbano como el Hyundai Kona híbrido auto-recargable cuesta 33.540 euros, mientras que el eléctrico sube hasta los 38.050 euros, mientras que el caso del SUV compacto Kia Niro, la versión híbrida parte de los 36.025 euros o bien desde los 41.540 euros si nos fijamos en el eléctrico ‘puro’.

La variante eléctrica sale beneficiada por la posibilidad de lograr hasta 7.000 euros de descuento

Pero… ¿cómo se quedan los precios cuando ‘entran en juego’ las subvenciones? Pues que no hay duda  que la variante eléctrica sale beneficiada por la posibilidad de lograr hasta 7.000 euros de descuento, así como otras posibles rebajas de tipo autonómico o local. Sin embargo, cabe recordar que la máxima cuantía solo se consigue cuando se entrega un vehículo a cambio para achatarramiento y siempre que queden fondos de las subvenciones.

Por la forma en la que se conducen: cómodo… o muy cómodo

Tanto el híbrido como el coche 100% eléctrico son particularmente agradables y cómodos de manejar. Son vehículos muy sencillos de conducir, en los que no hay que cambiar de marcha y en los que la parte eléctrica influye para que todo discurra con suavidad y un bajo nivel sonoro. 

Las aceleraciones del eléctrico son más instantáneas y consistentes, lo cual también hace que la conducción sea más placentera

En este sentido, los coches 100% eléctricos van un paso más allá en cuanto a agrado por dos razones; en primer lugar, su silencio mecánico siempre lo vamos a disfrutar, porque a diferencia del  híbrido, no hay un motor térmico que tenga que entrar en funcionamiento -principalmente en carretera-. Por otro lado, las aceleraciones del eléctrico son más instantáneas y consistentes, lo cual también hace que la conducción sea más placentera.

Por costes de uso y mantenimiento: una cuestión de tiempo

Este punto podría decirse que está directamente relacionado con el asunto del precio. Como hemos visto, lo habitual es que el eléctrico salga más caro, pero su utilización y mantenimiento son más asequibles de tal forma que llegará un punto en el que su mayor precio se podrá amortizar. Por ejemplo, utilizando la herramienta de cálculo que proporciona Emobility Advisor hemos hecho la comparación entre un híbrido y un eléctrico de similares características… salvo que el eléctrico supone unos 5.000 euros más de precio. 

Hay que tener en cuenta los gastos en carburantes y electricidad, impuesto de matriculación y de circulación. Imagen generada por Copilot

Teniendo en cuenta aspectos como el coste promedio anual de mantenimiento, los gastos en carburantes y electricidad -dando por hecho que el propietario cuenta en su casa con un punto de carga, cuyo coste también hay que amortizar-, impuesto de matriculación y de circulación… el eléctrico saldría unos 2.140 euros más barato de mantener al año, de tal forma que respecto al híbrido se podrá amortizar su mayor coste en 2,43 años, que es un plazo de tiempo razonable y, a partir de la cual, se empezará a gastar claramente menos con el modelo ‘cero emisiones’.

Por los tiempos de duración de un viaje: No es lo que te esperas

En este apartado, cabría pensar que el eléctrico puede salir muy perjudicado. Pero teniendo en cuenta que en todo largo trayecto, con independencia del tipo de vehículo que se lleve, es recomendable hacer una parada cada dos horas y que en una de ellas comeremos algo, comprobaremos que la diferencia no llega a ser realmente abultada. 

Imaginemos que hay que cubrir un largo trayecto de algo más de 700 km -casi todo por autovía o autopista-, para el que se parte con el depósito lleno -en el híbrido- y la batería a tope -en el eléctrico-. Por simplificarlo, habría que efectuar una parada cada dos horas o 180 km; en la primera parada, tanto en el modelo eléctrico como en el híbrido sería tan solo para que los pasajeros pudieran ‘estirar las piernas’. 

En la segunda, a las cuatro horas o 360 km, en el híbrido de nuevo bastaría con que los ocupantes bajaran un poco del vehículo, pero en el eléctrico, considerando que exista un punto de carga rápida en el lugar de la parada, se necesitarían unos 25-35 minutos. 

Se puede pensar que el eléctrico puede salir muy perjudicado en los tiempos de viaje pero hay que valorar varios factores. Imagen generado por Runway

En una tercera parada, transcurridas unas seis horas o 540 km, es probable que sea el momento de comer algo. Aprovechando la circunstancia, el conductor del vehículo híbrido aprovecha para repostar… y el del eléctrico, para hacer otra carga; pero al ser una parada para que los pasajeros coman, no habría retrasos adicionales. Finalmente, y tras 720 km, la última parada ya sería en el lugar de destino. En ese viaje de algo más de ocho horas de duración, el eléctrico habría necesitado unos 30 minutos más que el híbrido, que no se puede considerar un tiempo relevante.

Por depreciación con el paso del tiempo

Para comprobar este punto nos hemos centrado en la información para un Kia Niro de la primera generación, matriculado en el año 2021 y que, por lo tanto, ahora acumule alrededor de cuatro años de antigüedad y que no supere los 80.000 km. El resultado es muy interesante, en cuanto a que el híbrido se ha depreciado menos en ese periodo de tiempo -entre 6.500 y 10.000 euros-, para unidades con cifras de kilometrajes muy razonables -entre 38 y 60.000 km-. En cuanto al eléctrico (en su versión de 136 CV) la depreciación es mucho mayor, pues oscila entre 12 y 20.000 euros de pérdida de su valor respecto a que era nuevo. 

En conclusión… ¿por cuál merece la pena apostar?

Centrándonos en los datos objetivos que se han mencionado, se podrían establecer dos conclusiones. Para compradores que busquen el mayor ahorro en la compra, tengan previsto reemplazar su modelo cada muy corto tiempo -por ejemplo, tres años o menos-, no cuenten con un garaje comunitario y no quieran perder más tiempo del necesario en largos viaje por carretera, seguramente sea el híbrido la alternativa aconsejable. Por otro lado, quienes puedan tener cargador en casa -a ser posible combinado con paneles solares-, pretenden estirar la vida útil de su eléctrico lo más posible -y así contrarrestar la mayor depreciación de los primeros años- y les gusta una conducción lo más placentera y silenciosa, seguramente se sientan más satisfechos con el modelo 100% eléctrico.