Ante la pregunta que quiere saber cómo pudo ocurrir una matanza de la dimensión que sufrió el pueblo judío europeo, una de las razones es la que interpela directamente a esa parte de la población que miró hacia otro lado mientras otros perpetraban los crímenes. Siguiendo esta misma lógica, cabe preguntarse a dónde han mirado los políticos europeos mientras el ejército de Netanyahu acababa con la vida de más de 50.000 personas, en su mayoría civiles indefensos, y arrasaba el territorio en el que viven. El bloqueo israelí de la ayuda humanitaria para una población hambrienta y acorralada, en la que el riesgo de muerte por inanición amenaza a 14.000 bebés, según la ONU, ha arrojado por fin algo de luz sobre la clase política europea, que intuye que algo pasa en Gaza y se apresta a comprobar si el artículo 2 del acuerdo de asociación con Israel, el que se refiere al respeto de los derechos humanos, ha sido incumplido. Suena a broma, pero no lo es. Como dice el proverbio atribuido a los indígenas americanos, el hombre blanco habla con lengua de serpiente y no dice la verdad de lo que está ocurriendo en Gaza, que es lo que ve cualquier persona que posea un mínimo gramo de decencia, ética y sentimiento humanitario.